Poner fin a la sangrienta guerra entre Los Chapitos y el clan del Ismael El Mayo Zambada, las dos facciones que comandan el Cartel de Sinaloa, será la primera prueba de fuego concreta que deberá enfrentar Claudia Sheinbaum la nueva presidenta de México con los riesgos que ello implica para integrantes del partido Morena y para lo que pueden ser cuestionamientos a su propia campaña presidencial.
Una horas antes de que Claudia Sheinbaum tomara posesión el pasado 1 de octubre fue asesinado en Culiacán, a plena luz del día, el líder ganadero Faustino Hernández, exdiputado local del PRI y exregidor de Culiacán.
La relevancia de su asesinato tendría el mismo peso que la del resto de más de 200 personas asesinadas del 9 de septiembre a la fecha, cuando se recrudeció la confrontación entre Los Zambada y Los Chapitos, de no ser porque Faustino Hernández fue compadre y cómplice de El Mayo, según un testigo colaborador del gobierno de Estados Unidos. Faustino Hernández apoyó públicamente la campaña presidencial de Sheinbaum e incluso estuvo presente en algunos de sus mítines a invitación del gobernador de Sinaloa, el morenista Rubén Rocha Moya.
Es una emergencia nacional reestablecer el estado de derecho y la paz para los ciudadanos de Sinaloa, particularmente en Culiacán donde la vida cotidiana y económica está prácticamente suspendida desde hace semanas. En varias ocasiones todas las actividades académicas han sido suspendidas en la capital del estado y en otros municipios afectados por la guerra intestina de la organización criminal.
La crisis en el estado de Sinaloa es una caja de Pandora que López Obrador prefirió no abrir, dejándole a Sheinbaum la manzana envenenada. Para Claudia es un problema con muchas aristas. Es un tema personal, su actual esposo Jesús María Tarriba es originario de Mazatlán, una de las plazas más afectadas por la violencia. Es un tema de Estado pues el grave problema de inseguridad pública comienza a extenderse en otros estados, pero también es un problema político que puede tener consecuencias para ella misma. Si decide hacer detenciones de los causantes de la violencia en el estado ¿cómo separar y deslindar a integrantes del Cartel de Sinaloa de políticos de Morena?
¿Continuarán los abrazos y no los balazos?
En su toma de protesta ante el Congreso de la Unión el pasado 1 de octubre Sheinbaum dio un discurso en el que pintó un país color de rosa. Afirmó que hubo una “transformación profunda” en el gobierno de AMLO, en “donde a todas y todos les ha ido mejor”.
Habría que preguntar a los familiares de las más 193 mil personas asesinadas durante el sexenio de López Obrador convirtiéndolo en el más violento en la historia moderna de México, sin contar con la tragedia de los más de 115 mil desaparecidos si realmente les fue mejor.
Ni que decir de los millones de ciudadanos, pequeños y medianos empresarios extorsionados por el crimen organizado, o los habitantes de Chiapas, Guerrero, Guanajuato, Sinaloa, Estado de México, y tantos otros estados donde los “abrazos y no balazos” fortalecieron a una criminalidad que en los últimos años recrudeció su control territorial con brutal violencia.
Es preocupante que la hoy presidenta no haya tocado el tema de la cifra récord de personas asesinadas, ni el de los desaparecidos , y ni siquiera de los feminicidios. No habló de eso en su discurso ante el Congreso ni en sus primeros 100 compromisos de gobierno. Como si esa realidad no existiese.
Pero en países como México la realidad se presenta con terrible crudeza y le echó un balde de agua fría a la presidenta. En las primeras 72 horas de su gobierno se registraron más de 260 homicidios, entre ellos 6 migrantes de Chiapas asesinados por la espalda y a tiros en la cabeza por militares.
En su toma de protesta Sheinbaum afirmó que no habrá “guerra contra las drogas” lo mismo que AMLO. Y el boceto que presentó de lo que será su plan de seguridad pública para México es en términos generales la misma fórmula que la de su antecesor: resolver los temas de criminalidad de raíz combatiendo la pobreza.
Combatir la pobreza debe ser una prioridad del Estado, pero eso no acabará con la criminalidad como ya se demostró en el sexenio de AMLO. Pensar que los pobres son los principales delincuentes de este país es falso y clasista. Es la impunidad y corrupción uno de los principales motores que alientan a la criminalidad en todos los niveles económicos del país.
Sheinbaum anunció que otra de las columnas de su plan de seguridad pública es la Guardia Nacional (GN). Apenas unos días antes de su toma de protesta fue promulgada la reforma constitucional que pasa la Guardia Nacional a la Secretaria de la Defensa Nacional (SEDENA), convirtiéndola oficialmente en un órgano de seguridad pública con mando militar y elementos principalmente castrenses. Se le confirió peligrosas atribuciones de investigación de delitos, similares a las del Ministerio Público, abriendo su actuación a ámbitos que requieren una preparación técnica y de formación de la que los militares carecen y que abre la puerta a posibles abusos de autoridad.
La GN fue utilizada por AMLO como supuesto instrumento milagroso para resolver los problemas de inseguridad. Fracasó en seis años. Pese a que fue desplegada en las partes del territorio con mayor violencia y homicidios su papel en muchas veces fue inútil, omiso o cómplice. Dejó además una secuela de más de mil 700 quejas por violaciones a derechos humanos.
El tercer elemento de la estrategia de Claudia Sheinbaum es hacer trabajo de inteligencia. Ese fue un instrumento muy usado por el narcopolicía Genaro García Luna y su equipo. Tuvieron muchos instrumentos comprados con fondos del Plan Mérida firmado con Estados Unidos. El problema es que esa “inteligencia” la pusieron al servicio del crimen organizado principalmente el Cartel de Sinaloa, según quedó claro en el juicio que se llevó a cabo en su contra en Nueva York.
Probablemente la sección del plan de seguridad de la presidenta Sheinbaum que más dudas despierta es que una buena parte de la estrategia va a recaer en el Secretario de Seguridad Pública Federal, Omar García Harfuch, quien es parte del grupo de policías más cercano de Luis Cárdenas Palomino, coacusado con García Luna en Nueva York de corrupción y de haber servido al Cartel de Sinaloa.
García Harfuch tiene un largo y negro historial de ineptitud, reprobó sus exámenes de control de confianza en la Policía Federal, está relacionado con el caso del ataque contra los estudiantes de Ayotzinapa y su desaparición y por si fuera poco es señalado por un exintegrante del Cartel de Sinaloa, Dámaso López Serrano, hoy uno de los principales denunciantes colaboradores con el Departamento de Justicia de Estados Unidos en sus juicios contra Los Chapitos, de haber recibido sobornos de esa facción del Cartel de Sinaloa.
Es insensato querer resolver el problema de inseguridad pública, violencia y control territorial del crimen organizado con los mismos funcionarios que fracasaron ya en el pasado, y que son acusados de estar coludidos y ser parte del problema de criminalidad.
El Cartel de Sinaloa, Rocha Moya y Claudia Sheinbaum
Para Claudia Sheinbaum no solo será un reto retomar el control y orden de la capital del estado y otros municipios donde se ha extendido la guerra como Mazatlán, Elota, Angostura, Concordia, Escuinapa, Eldorado y Cosalá entre otros.
El 9 de octubre se cumple un mes de la parte más violenta de la guerra entre Los Chapitos y Los Zambada que ha dejado más de 145 muertos y cerca de 148 desaparecidos, según las conservadoras cifras oficiales. Sheinbaum deberá demostrar que a diferencia de su antecesor es capaz de regresar la paz a los ciudadanos, y asegurarse de que los miembros del crimen organizado responsables de la violencia sean capturados y llevados ante la justicia.
Esa tarea ya es un tremendo desafío si se toma en cuenta que “los abrazos y no balazos” de su antecesor duplicaron el poder de ambas facciones criminales y con ello su capacidad de fuego y dinero para financiar la guerra.
Pero la situación empeora porque miembros del partido Morena y personajes que apoyaron su campaña presidencial, tienen relación con uno de los grupos en conflicto o con ambos.
Rocha Moya llegó a la gubernatura con el apoyo del Cartel de Sinaloa. Tanto de El Mayo Zambada como de Los Chapitos, como he informado en esta colaboración con DW desde 2021. No solo le dieron el visto bueno sino que operaron a favor de él en la campaña haciendo proselitismo. Además hubo operativos violentos para intimidar a adversarios de Rocha Moya y Morena en la jornada electoral de ese año, lo cual fue motivo de diversas denuncias por parte de partidos de oposición y medios de comunicación.
El semanario Proceso en su edición de octubre revela que documentos del Centro Nacional de Inteligencia y la SEDENA señalan que investigan a Rocha Moya, a su hijo y al ex secretario general de gobierno Insunza por vínculos con Los Chapitos.
Contrario a lo que algunos piensan Rocha Moya no es tan fácilmente sacrificable política y judicialmente hablando. Él apoyo directamente la campaña presidencial de Sheinbaum. Y no solo eso, logró convencer a miembros de otros partidos de apoyarla y hacer proselitismo por Morena.
Uno de ellos fue Faustino Hernández, líder ganadero y ex diputado local del PRI. Después de años de militancia Hernández anunció en medio de la precampaña presidencial en 2023 que se sumaba a la campaña de la hoy presidenta a invitación del gobernador. Incluso estuvo en un evento de Sheinbaum el 23 de septiembre pasado en Culiacán, también por invitación de Rocha Moya, y estuvo en eventos de campaña de otros candidatos de Morena en el estado.
En el evento simpatizantes silbaron y abuchearon a Hernández y otros priistas conversos a Morena. Faustino, señalan las crónicas, saludó el repudio con un gesto con el sombrero.
Faustino Hernández no era uno más. Era uno de los amigos, compadres y cómplices de El Mayo Zambada desde hacía años, según me reveló Dámaso López Serrano, ex integrante de la cúpula del cartel. Junto con su padre Dámaso López Núñez alias El Licenciado, convivía con regularidad con El Chapo y El Mayo. Me afirmó que Faustino además del compadrazgo con el capo, le ayudaba a él y a su familia a obtener recursos públicos del gobierno para sus ranchos y ganado a través de una organización agrícola que encabezaba. El hijo de El Licenciado me contó que él mismo y su padre también obtuvieron beneficios gracias a Faustino.
Otro informante del gobierno de Estados Unidos a quien entreviste el año pasado corroboró que Faustino era compadre y cómplice de El Mayo.
Faustino Hernández fue asesinado cerca de las 9 de la mañana el 30 de septiembre pasado, en el contexto de la guerra del cartel al que estaba vinculado, de las investigaciones que se llevan en contra de Rocha Moya en México y en Estados Unidos, y de la toma de posesión de Claudia Sheinbaum. Hay muchas preguntas que hacer sobre el móvil de su ejecución, y si hubo y hasta dónde llegaron los apoyos del compadre de El Mayo a la hoy presidenta de México.
Con los pies en la tierra
Preocupa que Claudia Sheinbaum, siendo ya candidata electa, haya ido a abrazar y a dar su aval en dos ocasiones a Rocha Moya, conociendo los señalamientos de El Mayo Zambada de que cuando fue traicionado por Los Chapitos había sido citado a una reunión con Rocha Moya y Héctor Melesio Cuén, dirigente del Partido Sinaloense y aliado del hoy gobernador en la elección del 2021. En esa reunión fue asesinado Cuén, otro testigo de los apoyos del Cartel de Sinaloa a candidatos de Morena.
Hay quienes prefieren hacer pronósticos alegres de lo que será el nuevo gobierno. Pienso que es más sensato tener los pies sobre la tierra. Es necesario analizar con objetividad y frialdad los pasos que irá dando la presidenta.
El papel de los ciudadanos y de los periodistas no es firmar cheques en blanco a nadie, sino mantenerse vigilantes del poder y exigirle cuentas en todo momento, les guste o no.
La presidenta anunció que esta semana dará a conocer su plan de seguridad. No debe haber simulación ni condescendencia con ninguna de las dos facciones criminales que tienen en llamas a Sinaloa. Ambas deben ser combatidas por igual.
Debe ser el Estado mexicano y no los Estados Unidos quien capture a los nocivos capos mexicanos y sus lugartenientes y llevarlos ante la justicia y desmantelar sus redes económicas y de corrupción gubernamental. Cualquier otra cosa es un circo al que ya asistimos y deja más violencia e ingobernabilidad.