Carlos Ñáñez: Ilegitimidad y elecciones, relatos de la incapacidad económica

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Para ser felices se necesita eliminar dos cosas: el temor del mal futuro y el recuerdo del mal pasado. Séneca.

Dos meses y algo más de una semana han pasado desde el arrebato fraudulento de las elecciones presidenciales en Venezuela. El régimen de Maduro está desnudo ante el mundo, quien no para de denunciar la ola siniestra y perversa de opositores, entre quienes cuentan menores de edad, jovencitos torturados que exhiben perdida de dentadura, quemaduras en las tetillas y cortes en los lóbulos auriculares. Todo un ejemplo de maldad que, aunado al exilio, los desaparecidos y estos atropellos hacen, que el régimen se parezca cada vez más a la tiranía de Marcos Pérez Jiménez o de los terribles hermanos “Castros, quienes hicieron de Cuba una isla prisión” (Villa, 1976).

Este vaho de perversión se acompaña con la mayor muestra de incapacidad económica para generar bienestar. Claro está, en esta área del saber han demostrado desde siempre una ineptitud congénita, pues “la maldad es un hongo, que impide que cualquier virtud crezca”, (Arendt, 2006). En tal sentido, la posverdad de la recuperación económica se ha venido abajo, como los anuncios de cartón de Super Bigote y la revolución incapaces de tolerar una lluvia pertinaz.

El país nacional sufre las consecuencias de una crisis orgánica en todos los ámbitos del espectro social. Los servicios públicos son un horror, el abandono de la educación, la cual en muchos sectores el subsistema no arranca; los ominosos salarios de los maestros y médicos, la destrucción de la salud, además del despertar del fantasma de las brechas de cambio, las cuales en estos primeros cuatro días hábiles de octubre se ubican en 21,11%. Este valor es imposible de asumir por el sector formal y presiona la estructura de precios, genera pérdidas cambiarias y fomenta la informalidad económica.

En todos los rincones de este país trocado en ruina y cárcel, los ciudadanos se refieren a las dificultades económicas, a la imposibilidad del sustento. Claro, la hegemonía desconoce la odisea de vivir con menos de tres dólares al mes, aunque Maduro se hace llamar presidente obrero. En realidad él es la muestra de la “revolución elitista, la de las poltronas y la emulación de la burguesía” (Mill Wrigt, 2000).

Bajo la iracundia mas evidente el psiquiatra Rodríguez, el capitán Cabello y el propio Maduro nos amanezcan a diario, pero la realidad de las actas los ha dejado desnudos. Es imposible desconocerlas, imposible ocultarlas, ya están en manos de la Organización de las Naciones Unidas y de la Organización de Estados Americanos, a lo cual se suman las denuncias del Centro Carter, que desde el inicio desconoció esos resultados manidos, validando el hecho de que el dato mata al relato.

El agravante subyace en la brutalidad de la represión. Arrestar a adolescentes, a menores de edad, torturarles, que los gritos de las madres sean un consuelo desesperado por escuchar una respuesta. Ese drama de los amigos presos, para los cuales hay que ofrendar la mayor de las solidaridades a través de la prensa libre y autónoma, inexistente en este país, plagado de medios propiedad de testaferros y corruptos, quienes usan la calumnia y la mentira para descalificar, pues están vaciados por dentro o han heredado de sus progenitores el odio a la libertad.

Por encima de todo este horror, nos encaminamos hacia otra desviación macroeconómica medida en precios, en tamaño del aparato productivo, pese a la más reciente publicación oficial, cifras del PIB, por parte del emisor. En estas cifras queda por fuera el año 2020 y los valores absolutos que sustentan tales variaciones porcentuales son entonces cifras oficiales pero insuficientes. Es esta otra de sus tretas fundadas en el  engaño: lo que se niega o se deforma no existe. De esa manera han llevado al país a este erial, buscando  términos absurdos como los motores económicos, los ejes de recuperación, la economía humanizada y una serie de panfletadas, cada vez más inverosímiles.

En fin, además de la demostración del fraude, que viajó en maletas para dejar desnudo, la trampa subyace la crisis social y económica que nos ahoga, nos asfixia. Tarde o temprano culminará con el hundimiento, de esta embarcación de corsarios y piratas que se han adueñado del país. ¡ La verdad y la justicia prevalecerán!

Referencias.

Mill Wrigt, C. (2000). The power of Elite. Oxford: Oxford University.

Villa, S. (1976). Cuba Cenit y Eclipse. Caracas: Foirmate, CA.

X carlosnanezr – IG nanezc

 

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