Paul Krugman: Progresismo y prosperidad van de la mano

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Es difícil exagerar lo buenas que han sido las cifras económicas recientes. El viernes pasado supimos que el crecimiento del empleo sigue siendo sólido y que el paro se mantiene en niveles históricamente bajos. Creo que es seguro decir que la predicción de Donald Trump para 2020 de que una presidencia de Joe Biden significaría una “depresión” no se ha hecho realidad…

Una semana antes nos enteramos de que la inflación ha seguido bajando y ahora está más o menos en el objetivo del 2% de la Reserva Federal. Este éxito ha desafiado la opinión que sostenían muchos economistas hace solo un par de años de que la desinflación requeriría años de desempleo elevado.

Entonces, ¿reivindican estas buenas noticias la bideneconomía? Yo diría que sí, pero no exactamente de la manera en que ustedes se imaginan. Antes de llegar a eso, unas palabras sobre los inevitables intentos de Trump de negar la realidad de las buenas noticias. Algunos, como el senador republicano Marco Rubio, se limitan a afirmar que las cifras son “falsas”. Esas afirmaciones pasan por alto el hecho de que los cálculos independientes y privados también muestran un fuerte crecimiento del empleo y una inflación baja.

Sin embargo, la principal reacción del mundo del Haz que Estados Unidos Vuelva a Ser Grande (MAGA, por sus siglas en inglés) parece consistir en insistir, como hizo Trump en una entrevista reciente en el canal Fox Business, en que “los inmigrantes que entran ilegalmente en el país son los que consiguen los trabajos”. Afirmaciones como esta obtienen ciertos visos de verdad del hecho de que el empleo entre los estadounidenses nacidos en el país se ha mantenido estable o ha disminuido en los últimos años. Pero esto no ocurre porque los estadounidenses nacidos aquí no puedan encontrar trabajo; la tasa de desempleo de los nativos es de solo el 3,8%. Ocurre porque los que nacieron durante la explosión de natalidad posterior a la Segunda Guerra Mundial se están haciendo mayores y cada vez son más los que alcanzan la edad de jubilación y abandonan la población activa. Esto es, por cierto, algo sobre lo que muchos economistas, entre los que me incluyo, llevan escribiendo mucho tiempo.

Si compensamos el envejecimiento de la población teniendo en cuenta solo a los adultos en los mejores años de su vida activa, la tasa de empleo entre los adultos nacidos en Estados Unidos es más alta ahora que en cualquier momento durante el Gobierno de Trump. Resumiendo, las buenas noticias económicas son reales, digan lo que digan Trump y sus secuaces. Pero ¿debemos atribuir el mérito al Gobierno de Biden?

El estímulo fiscal que proporcionó la Ley del Plan de Rescate Estadounidense, promulgada a principios de 2021, ciertamente ayudó a la economía estadounidense a recuperarse rápidamente de la recesión provocada por la pandemia. Pero resulta difícil sostener que, en otoño de 2024, siga impulsando el crecimiento del empleo.

En cuanto a la caída de la inflación, aunque el Gobierno de Biden firmó en 2022 una ley llamada Ley de Reducción de la Inflación, está básicamente no tenía nada que ver con la inflación, sino que era principalmente una ley para luchar con el cambio climático. Los propios economistas del Gobierno atribuyen el descenso de la inflación desde 2022 principalmente a la descongestión de las cadenas de suministro que se habían visto alteradas por la pandemia. Es posible que la política gubernamental haya contribuido un poco a este desbloqueo, pero sobre todo se trata de que nuestra economía ha demostrado, una vez más, su extraordinaria capacidad para adaptarse a las crisis.

Pero si las políticas de Biden no han sido la causa principal del bajo desempleo y la baja inflación, ¿por qué digo que se han visto reivindicadas? Porque nuestro éxito a la hora de llegar al buen lugar en el que estamos ahora demuestra que las políticas económicas progresistas son, de hecho, viables.

Si leen aquellas advertencias descaminadas de hace unos años según las cuales nuestra economía estaba condenada a experimentar una inflación y una recesión persistentes, algunas representaban preocupaciones sinceras de que el repunte de la inflación en 2021-22 —que, por cierto, era mundial, se estaba produciendo en muchos países— se afianzara. Pero muchas de ellas tenían un inconfundible tono de satisfacción, y venían a decir implícita o explícitamente: “Ves, esto es lo que pasa cuando gastas dinero en cosas que quieren los liberales”. En efecto, el Gobierno de Biden ha impulsado importantes ayudas a las familias con hijos, grandes subvenciones a las energías limpias, inversiones considerables en tecnología y mucho más. De hecho, muchos agoreros de la estanflación consideraban que lo que imaginaban como una perspectiva económica sombría era un castigo por este ambicioso programa.

En otras palabras, muchas de esas funestas predicciones sobre la economía deben considerarse ideológicas, o simplemente afirmaciones cínicas de que si intentamos proteger el medio ambiente y ayudar a las familias y a las industrias importantes —en lugar de, por ejemplo, rebajar los impuestos a los ricos— arruinaremos la economía. Algunos, como Elon Musk, siguen diciendo básicamente lo mismo. Excepto que el castigo nunca llegó. En cambio, Estados Unidos ha experimentado un crecimiento sólido combinado con un descenso de la inflación.

Teniendo en cuenta lo bien que nos ha ido, ¿se replantearán sus puntos de vista los que insistían en que las políticas progresistas son desastrosas para la economía? Esperen sentados. Sin embargo, para el resto de nosotros, las buenas noticias económicas confirman que nos puede ir bien haciendo el bien, que Estados Unidos puede prosperar en el presente mientras se prepara para el futuro ayudando a los niños, construyendo infraestructuras, promoviendo la transición energética y mucho más. Y eso, en esencia, es lo que pretendía la bideneconomía: hacer valer la afirmación de que las políticas progresistas y la prosperidad pueden ir de la mano.

Premio Nobel de Economía © The New York Times, 2024. Traducción de News Clips

 

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