Manipular las tradiciones y costumbres populares para justificar políticas de estado pueden revertirse contra las intenciones de mandatarios, en este caso se trata de la época navideña de variopinta performance en nuestro folklore y en nuestras celebraciones de fin de año.
En el caso del estado Zulia los bardos de la gaita bajan los furros en agosto, como pretemporada para la navidad a iniciarse con la feria de la Chinita en la 3ra semana de noviembre, en los estados del centro comienzan las fiestas en los albores del mes de diciembre al ritmo de las parrandas navideñas, igualmente en la capital se anuncia con el encendido de la Cruz del Ávila el 1ero de diciembre, entre tanto en mi natal Guanare comienza con las misas de aguinaldo el 16 de diciembre.
En fin, de cuentas, entre “ratones y alegrías” la conclusión de la época más bella del año concluye para la mayoría el día de reyes, otras regiones la extienden hasta la fiesta de la Candelaria el 2 de febrero cuando se recogen los pesebres y la satisfacción de haber disfrutado en el seno familiar los logros y peticiones concretados en el año viejo.
Por tanto, ¿a qué viene todo este relato? Originado del realismo mágico garciamarquiano por la decisión de un presidente, quien, mediante decreto emitido en septiembre pasado, decidió el inicio de la navidad en Venezuela desde el 1ro. De octubre hasta el 15 de enero 2025, llevándose por delante nuestro bagaje cultural acumulado desde la Colonia, a su vez heredado de 2.000 años de historia de la iglesia católica al celebrar el nacimiento del niño Dios un 25 de diciembre.
Con la ejecución del decreto presidencial se le han visto las costuras a la bola, como relata la periodista Florantonia Singer O7/10/2024 “empieza octubre y hay un árbol enorme de Navidad frente a la Comandancia de la Armada, en el centro Caracas. El Paseo de Los Próceres, a un costado de las instalaciones militares de Fuerte Tiuna, está repleto de luces. Los edificios de ministerios e instituciones públicas tienen decoradas sus fachadas. En el Ávila, la montaña que señala el norte de la capital venezolana, la cruz que por tradición anunciaba la llegada de las fiestas el 1 de diciembre fue encendida esta semana, con bombillos azules, por el ministro de Cultura, Ernesto Villegas. Luego, como se acostumbra, hubo un estruendoso despliegue de fuegos artificiales”.
A partir del escenario descrito se devela la burda trama del régimen al dar la orden de adelantar los festejos el pasado 2 de septiembre, el mismo día que se emitió la orden de captura contra el presidente electo González Urrutia, y extender la navidad hasta el 15 de enero, solapando el 10 de enero día de la juramentación del presidente. Siendo obvio que su intención es pretender “enterrar” la rebelión popular del 28 de Julio, ante el resultado reconocido a nivel global con la espantosa derrota del candidato oficialista.
En resumen, la Navidad adelantada de Nicolás Maduro tiene como objetivo solapar la crisis política en Venezuela, al imponerla con represión acentuada luego del fracaso electoral, como manifestara al diario El Tiempo un pequeño comerciante “Yo lo tuve que poner a propósito. Un árbol con luces y unos adornos, porque los del SENIAT hicieron una inspección y amenazaron con multas si no nos sumamos a la Navidad”.
Debemos rememorar que esta época del año sembró otrora en nuestras tradiciones, el signo de la prosperidad familiar y el reconocimiento al arduo trabajo colectivo, representado como recompensa en el salario y su extensión en las utilidades en el sector privado y los aguinaldos en el sector público. Tanto fue así que era esperado con ansias para solventar deudas, adquirir vivienda, artefactos del hogar, vehículos, en fin, todo lo referente al bienestar familiar.
Entre tanto ¿Hoy cuál es la cruel realidad? Que puede adquirir un trabajador del sector público con 4 meses de aguinaldo que acaso le representen 30 o 40 $, cancelados en forma fraccionada, de igual manera otra oda a la miseria le significa al jubilado o al pensionado con bonificaciones de 4 $ mensuales.
En definitiva, Maduro ha pretendido con el adelanto navideño crear un “ambiente ficticio” de felicidad, no correspondido por una población que no vislumbra ningún signo de progreso mientras el mandatario se mantenga en el poder, contra la voluntad de millones de ciudadanos que decidieron por Edmundo González como el próximo presidente a juramentarse el próximo 10 de enero.
Movimiento Laborista