Cada año con ocasión de la efemérides del desembarco de Cristobal Colon en tierra americana se forma un alboroto mediático entre aquellos que consideran la fecha como una de oprobio y quienes, por el contrario, la ven como la celebración del inicio de la civilización de la masa territorial que llevaría el nombre del explorador y navegante Amerigo Vespucci.
Lo cierto es que ambos bandos se pierden en los detalles históricos del proceso de inserción de América en la economía mundial que es el aspecto fundamental para le progreso o ausencia de el en cualquier nación. Y este es la creación de riqueza. Y la creación de riqueza fluye cuando los individuos que ocupan un territorio son libres para para tener propiedades y esa tenencia de propiedades se respeta.
Tanto en España como en Portugal para el comienzo de la Era de los Descubrimientos Geográficos la propiedad de las tierras era de las respectivas coronas. Y eran las coronas las que permitían o impedían que los habitantes tuviesen bienes inmuebles. Desde el punto de vista de las comunidades americanas el tema de la propiedad no se alejaba mucho de la situación imperante en España y Portugal. Los Incas y los Aztecas tampoco eran grandes fanáticos de la propiedad privada. Preferían los sistemas comunitarios de posesión de los bienes inmuebles y sustentaban monopolios absolutos sobre la posesión de medios de pago. Por tanto ninguna de las culturas actuantes en América podía considerarse como punteras de la civilización. Sobre todo si se considera que para el momento del desembarco de Colon en Mainz el Sr Gutenberg ya había iniciado la inundación de los principados vecinos en los que despuntaba la ilustración con libros que hasta ese momento habían sido monopolio de la iglesia católica.
Añadamos a este recuento la expropiación de las tierras americanas a sus moradores originales por parte del Papa Alejandro VI vía la bula Inter Caeteris y la creación del Santo Oficio para que nos demos cuenta de que el proceso que siguió a la hazana de Colon nada tenía que ver con una labor civilizadora.
Pero como la historia la construyen los accidentes. -recordemos lo que le costó a Adán echarse a dormir bajo el manzano- el desembarco de Colon le abrió la botella al genio más transformador que se haya conocido en la historia de la humanidad. Nos referimos al comercio cuya capacidad de innovación es tal que hizo de Samarcanda un emporio de civilización y creación de riqueza. También hizo lo propio con las repúblicas italianas, particularmente Venecia y Génova y en menor grado Florencia y Milano. Y si bien España y Portugal hicieron los más absurdos esfuerzos por poseer los flujos comerciales, la competencia de los Países Bajos, Inglaterra y Francia impidió que se concretara el monopolio comercial. Desde luego que algo tuvieron que ver en esta historia los piratas del Caribe. Pero desde el punto de vista estrictamente del desarrollo, fue el comercio la fuerza civilizadora de América.
Esto, desde luego, no nos debía sorprender puesto que Cristóbal Colon protagonizo la hazana de descubrir América porque estaba buscando una ruta comercial hacia Asia que le permitiera a Europa continuar con la onda de desarrollo iniciada por las repúblicas italianas.
Hoy América Latina es lo que es gracias al comercio y quizás fuese aun más de lo que es si hubiera sido capaz de establecer una zona de libre comercio de extensiones continentales. Si lo hubiera hecho en los años noventa hoy el producto regional seria US $ 20 trillones en lugar de la cifra actual que apenas llega a US $ 4.5 trillones.
Esta debería ser la lección para aprender por la Presidente de México Claudia Sheinbaum. Su país ha podido sacar a millones de familias de la pobreza y engrosar así la proporción de sus clases medias gracias al comercio y muy en particular al libre comercio con estados Unidos y Canadá. En el momento que esa veta se extinga México va a regresar al estado de desarrollo que tuvo hasta la década de los noventa cuando era uno de los países con menor proporción de clases medias en la región. Y no creo que el público mexicano se entusiasme mucho con esa via dolorosa Y si bien su antecesor creo un mapa político similar al que prevaleció durante 70 años, en este siglo XXI esos mapas suelen fragmentarse. Porque el partido único en el que ella se asienta lleva en sus entrañas dos visiones distintas del proceso de desarrollo de México. Una de ellas prefiere que haya libre comercio y que crezcan las clases medias de las cuales muchos de los líderes políticos forman parte.