Una cosecha de fragmentos reunidos a lo largo de años que podría empezar con Anne Carson: “El deseo al cuadrado es amor y el amor al cuadrado es locura. / La locura al cuadrado es matrimonio”; seguir con Sharon Olds: “Entonces estábamos acostados respirando / como a salvo de un desastre, y por instantes / sin fin, sucedió algo sobre lo que / había oído hablar, se me ocurrió / que no sabía que era ajena /a este hombre, no sabía que estaba sola”; continuar con la frase de Adam Driver en la película Historia de un matrimonio cuando admite que ha sido infiel: “No deberías molestarte porque me acosté con ella, sino porque me reí con ella”; con Cristina Peri Rossi: “Salimos del amor / como de una catástrofe aérea / (…) Y nos despedimos con la vaga sensación / de haber sobrevivido / aunque no sabíamos para qué”; con Heather Christle “sufriste un desengaño / amoroso y lamento / que esperar el amor e imaginarlo / equivalga a poseerlo aunque sea un instante / de forma que cuando la imagen / no llega nítida una siente / no solo tristeza sino también una pérdida”; y con Philip Roth: “¿La gente cree que al enamorarse se completa? Yo no lo creo así. Creo que estás completo antes de empezar. Y el amor te fractura. Estás completo, y luego estás partido”; para acabar en este poema de Maggie Smith: “¿Qué puedo darte / que te sirva en la vida que vendrá, / que vivirás sin mí?”; o mejor en esta carta de Truman Capote: “¿Alguna vez viste, en ese paraíso salvaje que es la adolescencia, un atardecer, un ave silvestre o un paisaje que te produjera un terror exquisito? ¿Y no te preocupaba entonces, que el menor temblor, incluso el de una hoja impulsada por el viento, lo echara todo a perder? Así es, creo, el amor, o así debería ser: uno vive inmerso en un bello terror”; y terminar, ahora sí, con la gentil esperanza de Wisława Szymborska: “Todo principio/ no es más que una continuación, / y el libro de los acontecimientos / se encuentra siempre abierto a la mitad”.