Del 15 al 17 de octubre los obispos de Venezuela se reunieron en Asamblea Plenaria Extraordinaria. Reunión adelantada y breve (la más breve que yo recuerde) con una Declaración final escueta y sin adornos, marcada por la urgencia de un país paralizado, con un régimen sin recursos económicos ni políticos y sin ideas, más allá de la represión. No sabemos cuál será la salida, pero hay que partir de la verdadera realidad; “La verdad los hará libres”, nos dice el Evangelio (Juan 8,31).
Es importante que esta Declaración sea conocida, comentada y que ilumine la necesaria acción de cambio. Presentamos a continuación los párrafos principales que según los obispos constituyen la verdad de nuestra tragedia nacional y los puntos de partida para hacer el camino que necesitamos:
1- Queremos reiterar el llamado al Consejo Nacional Electoral (CNE), para que, conforme con lo establecido en la Constitución y las leyes publique de forma detallada los resultados del proceso comicial realizado el pasado 28 de julio, en el que se evidenció la voluntad de cambio del pueblo venezolano. La presentación de los resultados es un paso esencial para conservar la confianza de los ciudadanos en el voto y recuperar el verdadero sentido de la política. Sólo así podremos avanzar juntos hacia la construcción de una Venezuela democrática y en paz.
2- Rechazamos de manera categórica la represión de las manifestaciones, las detenciones arbitrarias y las violaciones de los derechos humanos ocurridas después de las elecciones.
3- Exigimos la liberación de los detenidos, entre los cuales se encuentran menores de edad.
4- Nos sentimos interpelados por la palabra de Dios que nos invita a escuchar los clamores del pueblo y consolarlo ( Isaías 40,1).
5- Renovamos nuestro compromiso con todos los hermanos que sufren, de seguir acompañándolos a través de la oración, la acogida, la compañía, el intercambio y el servicio que brindamos por medio de las diferentes instancias eclesiales;reafirmamos nuestro compromiso de estar a su lado en estos momentos difíciles.
6- Manifestamos la disposición de la Iglesia a promover iniciativas que contribuyan a la solución pacífica de las diferencias.
7- Invitamos a todos a avivar la esperanza: Cristo es nuestra esperanza (1Timoteo 1,1).
8- Mostramos nuestro apoyo a las iniciativas de oración que desde diversas instancias se promueven para pedir por la paz y el bienestar de Venezuela.
Seguramente Venezuela entera y sobre todo los que más sufren las carencias actuales, agradecen que nuestros obispos no desvíen la atención sino que más bien, de manera directa, inviten a Venezuela entera a concentrar nuestra atención y fuerzas en la transformación de esta realidad de muerte para hacer que en nosotros la esperanza actúe y produzca cambios de vida.
¡Los obispos con las urgencias de Venezuela!