Eddie A. Ramírez S.: El papel político de las diásporas

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En el pasado, cuando los desplazamientos de personas no eran masivos, su influencia en la política de los países de acogida era mínima. Hoy, es un factor que afecta el acontecer político en algunos países y es tema en   época de elecciones.  Así, la diáspora de África y del Oriente Medio tiene peso considerable en países europeos, y la latinoamericana en Estados Unidos.  Las migraciones favorecen a los países que las acogen, pero en algunos casos ocasionan problemas. Ahora, que la venezolana pasa de ocho millones, cabe preguntar cuál será su influencia y cuál debería ser su conducta.

La integración a otro país no es fácil, sobre todo cuando hay importantes diferencias culturales. La mayoría lo logra, pero en ciertos casos los recién llegados siguen atados a sus costumbres, lo cual no es malo per se, siempre y cuando no pretendan imponerla en su nuevo medio.  El multiculturalismo es positivo y alegran el espíritu las diferentes manifestaciones artísticas, pero ocasiona rechazo cuando algunos grupos intentan presionar violentamente en defensa de cierta causa política en sus países de origen.

A título de ejemplo, se puede citar el caso de Canadá. Admiro la cultura árabe e iraní y respeto al islam, pero es inadmisible que un grupo de desadaptados quemen la bandera del país que generosamente los acogió. Así mismo, que pretendan presionar a las universidades para que rompan convenios científicos con Israel. El caso palestino y específicamente de Gaza, amerita que se discuta para lograr la paz y es lícito que se realicen manifestaciones pacíficas en defensa de Palestina. Se conoce que en Francia hay barrios en los que no entra la policía y donde se desconocen las leyes.

En el siglo XX, en Venezuela nos nutrimos de una inmigración que contribuyó considerablemente a nuestro desarrollo. No solo nos beneficiamos de artesanos y de emprendedores, sino también del aporte intelectual de muchos. Con el tiempo,  un número importante de sus hijos y nietos  se han destacado en el mundo de nuestra  política vernácula. Lamentablemente, gran parte de la nueva generación regresó al país de sus ancestros. Fuimos la tierra de las oportunidades, pero la cleptocracia, la cacocracia y la persecución política lograron que hoy seamos un país en desbandada por el mundo. Tomás Páez es quien más ha estudiado nuestra diáspora.

Venezuela perdió un importante capital humano.  Contrario a lo que dice el mentiroso Donald Trump, nuestra diáspora está integrada por un abrumador número de buenos ciudadanos que realizan aportes a los países de acogida. Desde luego, es innegable que hay algunos delincuentes.

Cabe recordar que en 1933, nuestro inquieto escritor Rufino Blanco Fombona fue designado gobernador en dos provincias españolas. Hoy, tiene creciente importancia el papel político de nuestra diáspora en los países de acogida. En principio su proceder debe ser votar o apoyar a los políticos cuyas prédicas se perciban como positivas para el país de acogida. Desde luego que la posición que tengan sobre la dictadura venezolana es un factor a tomar en cuenta, pero no debería ser el prioritario. Con respecto a este punto, hay que estar alerta, ya que el discurso es diferente cuando alguien está en el gobierno, que cuando está en la oposición.  Individualmente cada quien toma su decisión y es positivo que algunos aspiren a cargos de elección popular, tal es el caso de Leopoldo López Gil, que ocupa una curul en el Parlamente de la Unión Europea, pero como grupo deberíamos evitar parcializarnos.

Contamos con muchos compatriotas que hacen una excelente labor a través de organizaciones sin fines de lucro que apoyan a los nuestros con dificultades para sobrevivir o que denuncian las violaciones a los derechos humanos. Solo como ejemplos y por conocer a sus líderes, me permito citar las Casas de Venezuela en Estados Unidos, logro de William Díaz, Coalición por Venezuela, Venamérica, fundada por Luis Corona y Paciano Padrón, hoy presidida por Orlando Viera-Banco,  la labor de nuestra reina Pilín León en Barranquilla, de Nancy Arellano en Perú, Rodrigo Diamanti y su organización Mundo sin Mordaza con sede en México, Tamara Suju, del Centro de Estudios para América Latina,  aguerrida denunciadora  de las violaciones a los derechos humanos, y el Movimiento de Ciudadanos Venezolanos en el Mundo, presidida por Humberto Calderón Berti,   son una muestra de que nuestra diáspora está activa, trabajando por nuestros compatriotas y para recuperar la democracia.

Como (había) en botica: En Canadá, Maduro tiene el firme rechazo del gobierno Liberal de Trudeau y de Poilievre, líder del opositor partido Conservador. Hace falta hacer lobby con Jagmeet Singh, líder del izquierdista New Democratic Party.  El domingo la diáspora protestó ante las oficinas de UNICEF en varias ciudades por la orden de Maduro de detener y torturar a  70 niños y adolescentes ¡No más prisioneros políticos, ni exiliado!

eddiearamirez@hotmail.com

 

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