Eduardo Fernández: Moral y luces

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Moral y luces son nuestras primeras necesidades. Frase famosa pronunciada por el Libertador Simón Bolívar en los albores de la República. Y lo siguen siendo.

Transcurridos tantos años del momento en que Bolívar pronunció esa frase histórica, moral y luces siguen siendo las primeras necesidades de la República.

Es doloroso contemplar cómo es que Venezuela se ha convertido en un ejemplo de corrupción. Corrupción en todos los ámbitos de la administración pública.

Desde las alcabalas que te detienen en la vía pública, con cualquier pretexto para sacarte dólares, hasta los altos funcionarios de PDVSA que acabaron con esa empresa, poderosa y orgullo de los venezolanos a fuerza de corrupción y de incompetencias. Dos nombres bastarían para ilustrar la tragedia de PDVSA: Rafael Ramírez, nombrado por Hugo Chávez, y Tarek el Aissami, nombrado por Nicolás Maduro.

Lamentablemente, la corrupción ha estado siempre presente a lo largo de nuestra historia como nación independiente pero nunca había alcanzado los escandalosos niveles qué han caracterizado a los últimos 25 años.

La llamada revolución se hace llamar bolivariana. Qué bueno sería que recordaran el pensamiento del Libertador: “Moral y luces son nuestras primeras necesidades”. Ahora vamos con las luces: Nada hay más importante para Venezuela hoy que el problema de la educación. Sin educación, es decir, sin luces, no hay presente ni futuro para nuestro país.

Desgraciadamente, la educación está en el suelo. Desde el pre-escolar hasta la educación superior, pasando por la educación tecnológica especializada, es deplorable el estado de la educación en Venezuela.

Tres son los factores fundamentales para evaluar la situación de la educación: los maestros, las escuelas y los alumnos. Los maestros no pueden estar peor tratados por el actual gobierno. Salarios de hambre, ausencia de cursos de mejoramiento profesional y en abandono absoluto por parte de las autoridades competentes.

La deserción de maestros en el inicio de ese año escolar ha sido alarmante. Muchos maestros han abandonado para formar parte de la diáspora venezolana que ha emigrado en busca de mejores oportunidades. Otros han orientado sus vidas a actividades más lucrativas, vistos los salarios miserables que se ofrecen al magisterio y los que aun siguen en el magisterio tienen que buscarse trabajos adicionales para sobrevivir. El segundo factor son las sedes físicas de los institutos educativos. En muchos casos son verdaderas pocilgas que ponen de manifiesto la infravaloración de la educacion para los actuales gobernantes. Da vergüenza, pena y dolor el estado de muchos de los establecimientos escolares a donde la mayoría de los venezolanos tienen que enviar a sus hijos, ¡que son la esperanza de la patria!

Y finalmente, lo más importante, los niños. Da dolor ver a los niños venezolanos sin escuelas dignas y sin maestros motivados. Pero, lo más grave es que los índices de desnutrición, nombre técnico del hambre, han subido exponencialmente. Tenemos a nuestros niños sin escuelas, sin maestros y sin comida. Unos niños infra alimentados no están en condiciones de aprender. La deficiente alimentación tendrá consecuencias en nuestros niños para el resto de sus vidas. Hay lingotes de oro para la corrupción, pero no hay recursos para tener maestros bien pagados, escuelas en buenas condiciones y niños bien alimentados.

Moral y luces son nuestras primeras necesidades.

Seguiremos conversando.

 

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