Tal y como se esperaba, era imposible evitar la ansiedad de los venezolanos por saber cómo terminará cobrándose la factura del 28 de julio. Y eso no es poca cosa. En la medida que el régimen arremete en contra de la población, profundizando la violación de los Derechos Humanos, haciendo cambios en los diferentes niveles del gobierno -civiles y militares-, para atrincherarse con vista al traspaso del poder que debe ocurrir de acuerdo a la Constitución, el 10 de enero de 2025, es natural que se le exija una explicación lógica a quienes están al frente de la oposición para conocer cómo pasará el tan ansiado retorno a la libertad prometido, que resultaría de todo el esfuerzo realizado para demostrarle al mundo que la mayoría de los venezolanos votamos mayoritariamente por un cambio.
A medida que pasan los días crece la intranquilidad porque no vemos nada que nos indique que el 10E Edmundo González Urrutia (EGU) se juramentará como Presidente en ejercicio de Venezuela, pero si vemos a un régimen, que a pesar de todas sus peleas y contradicciones internas, pareciera estar a los ojos de todos más duro que nunca y muertos de la risa, después del atraco en descampado que hicieron de las elecciones del 28 de julio. Eso, como es natural, provoca preocupación y cada vez mayor desasosiego en lo que pasará el 10E, y en las acciones que de alguna manera está realizando la oposición para hacer que EGU se juramente en esa fecha.
Debo detenerme aquí para expresar que desconozco lo que están haciendo y aunque también me produzca inquietud ese desconocimiento, he depositado toda mi confianza en esas acciones, independientemente de cuáles sean y cómo se vayan a hacer efectivas. Pero eso no significa que no esté angustiado como el resto de los venezolanos. Y si antes hemos fracasado en muchas ocasiones, luego de una gran gesta de la sociedad civil, ha sido en gran parte porque la oposición oficial ha sido responsable de múltiples errores, producto de traidores tarifados que se encuentran en las filas opositoras, muy cercanos a quienes tomas las decisiones cruciales. Nunca debemos olvidar eso.
Entonces no tendría nada de extraño que solo sea un pequeño círculo cerrado de confianza encabezado por María Corina Machado (MCM) quienes conozcan lo que se está ejecutando para llevar a EGU a la Presidencia en ejercicio el 10E, por lo que en realidad no nos debería importar lo que hagan, siempre y cuando sea efectivo. Y hasta ahora lo que han hecho ha sido efectivo.
En ese contexto, estamos en el medio de la parte más delicada de toda la operación para expulsar al régimen. La Dra. Rosabeth Moss Kanter socióloga estadounidense y profesora en la Escuela de Negocios de Harvard, nos ilustra porque pasa eso, estableciendo lo que hoy se conoce como la Ley de Kanter: “Todo puede parecer un fracaso en la mitad” (“Everything can look like a failure in the middle”). Para ampliar el concepto, pueden revisar Seis claves para el cambio positivo (ver Dra. Rosabeth Moss Kanter, Six keys to leading positive change, .
Que les sugiero que estudien con mucho cuidado, ya que se aplica a todos, desde lo personal, pasando por lo organizacional, y llegando a lo político.
¿Qué implicaciones tiene la Ley de Kanter? Que no existe nada que emprendamos que no tropiece con algún obstáculo en el medio del camino, que se expresa en frases como las siguientes: “está tomando más de lo que imaginamos porque esto no se había hecho nunca antes”, “todavía no conseguimos los recursos”, “nos atacan quienes no creen en esto”, “hay que hacerlo de otra manera empezando desde el principio porque fulano lo dijo”, etc., etc., etc.
De acuerdo a lo anterior, esta ley nos indica que las “mitades” del camino son muy, pero muy difíciles. Pero no nos podemos rendir porque “si nos rendimos, por definición, es un fracaso” de acuerdo a esta catedrática. Si continuamos, persistimos y perseveramos, buscando las salidas a los obstáculos, produciremos el éxito. Tal vez un éxito mayor al que originalmente esperábamos. “Nunca rendirse es la marca distintiva del liderazgo”, de acuerdo con la Dra. Kanter. Entonces nos queda confiar en la ruta escogida, cualquiera que esta sea, por el liderazgo que nos dimos, donde precisamente el “nunca rendirse” se marcó con la frase “hasta el final”, y porque la evaluación definitiva tiene fecha decidida, el 10E, y estamos todavía en el medio del camino.
Pero hay algo que creo tanto o más importante que no saber cómo se conseguirá la juramentación de EGU el 10E y de lo que pocos han caído en cuenta. Cuando se inició esta ruta electoral bajo las condiciones que impuso el régimen, todo el mundo, nacional e internacionalmente, se abocó a hacer valer esa ruta, independientemente de todas las trabas impuestas. Y la Comunidad Internacional la avaló a pesar de que era conducida por un régimen criminal.
En otras palabras, El Mundo Creyó Y Avaló La Ruta Electoral Venezolana como la única salida pacífica y constitucional para resolver la crisis política de nuestro país, y prácticamente nos obligó a todos a seguirla. Y aunque lo hicimos a regañadientes y con todo en contra, los demócratas triunfamos el 28 de julio y se lo comprobamos al mundo en esas elecciones con las Actas en la mano. Ahora, difícilmente pueden retroceder y reconocer un fraude. Esa contundencia es irrebatible.
Si el 10E no se llegara a concretar el cambio político por el que votó la aplastante mayoría de los venezolanos, no solo será el fracaso de la oposición política conducida por MCM y EGU, sino el fracaso en el continente del sistema democrático como institución fundamentada en el voto. Nada le impedirá a cualquier otro mandatario robarse descaradamente unas elecciones y quedarse en el poder, en cualquier país, y que no pase absolutamente nada.
Todo eso se irradiará como un virus en perjuicio de cada país latinoamericano, sin contar que en Venezuela el voto no tendrá ningún valor, porque nadie en su sano juicio seguirá creyendo en esa vía para elegir a alguien en Venezuela. Tal es el daño final al sistema que le ha ocasionado la delincuencia que conduce al país. Esto es para aquellos que aún piensan en elecciones regionales el año entrante sin resolver el fraude del 28 de julio. El 10E no solo significa la fecha de la juramentación del un Presidente, es la fecha de la validación final del voto como institución en Venezuela y en Latinoamérica.
Y eso tendrá consecuencias. Si Maduro insiste en instalarse el 10E como gobernante de facto, sin ninguna legitimidad a los ojos del mundo, ¿qué le impedirá a cualquiera dentro del aparato del régimen buscar maneras de sustituirlo? Porque tan ilegítimo él como cualquiera que se crea con derecho. ¿Por qué Maduro y no otro que tenga el poder suficiente? Ese será el arranque oficial para que cualquiera se alce. El propio “quítate tú para ponerme yo”. El régimen será tan inestable como el de cualquier república africana de los 60s, donde se cambiaban presidentes mensualmente, generalmente con la sangre de por medio de quienes se encontraban al frente. El derrumbe total, pues.
De allí que no solo sea necesario, sino imprescindible para Venezuela, y en especial para la salud democrática del continente, que EGU se juramente como Presidente de la República de Venezuela el 10 de enero de 2025, incluso con el apoyo del mismo Maduro, aunque crean que me volví loco, porque en este punto debería ser el más interesado por lo que se le vendría encima. Es por eso que creo que aunque no sepa cómo lo van a hacer, a todos –incluyendo a Nicolás Maduro Moros- nos conviene que lo hagan…