Jonatan Alzuru : La agenda del debate político en Venezuela (Primera Parte)

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Un Punto Previo.

La salida de Maduro del poder no forma parte del debate político. Ese punto de agenda ya se resolvió. El espíritu del venezolano presto al cambio decidió la salida Maduro, constitucional y procedimentalmente. En la circunstancia actual de lo que se trata es de acordar, de forma estrictamente instrumental, cómo concretarla. Dígase, la elección de los medios más adecuados para el logro del fin, a saber: lo decidido por el pueblo venezolano.

La discusión sobre los medios, sobre las formas de lucha, es coyuntural, no de fundamento. Significa acordar entre los diversos actores políticos, cómo generar las condiciones objetivas para materializar el deseo manifestado soberanamente por la comunidad venezolana. El debate allí es ¿Qué acciones producen menos costos para el logro del objetivo? En términos de pérdida de vidas, de presos, institucionales, económicas o políticas. ¿Cuáles de ellas se jerarquizan? ¿Por qué? Considerando minimizar su tiempo de permanencia en el poder; entre otros asuntos. Ciertamente, es una discusión política vital, coyuntural, pero de carácter instrumental.

Ahora bien, ¿quiénes son los responsables de realizar esa discusión? Quienes se han formado en la práctica para ello. Esa es una discusión propia del comité de lucha de los aparatos políticos de los partidos, de la dirigencia sindical y gremial que trabajan en alianza o unitariamente. Quienes no comprenda, a estas alturas del partido, este asunto estrictamente pragmático, la necesidad de la alianza unitaria, del trabajo en conjunto, o trabaja para el régimen o carece del olfato político, aunque honestamente sea de oposición.

Quienes tengan el olfato atrofiado para respirar el clima sociopolítico, el sentir el espíritu del pueblo, quedarán aislados o sumidos en una confusión terrible porque sus acciones prácticas no pueden ser evaluadas para discernir si están luchando contra un régimen despótico o consolidándolo.

En términos estrictamente pragmáticos, para el pueblo venezolano, quienes carecen de olfato son peores que el enemigo principal; porque del enemigo principal se puede intuir cómo responderá y hay formas de prepararse para responderle; pero alguien que no tiene brújula, no se sabe para dónde caminará. Haciendo el símil con una guerra se trata de un soldado, un recluta, cuya falta de concentración y pericia, le hace disparar tanto al bando enemigo como a sus aliados.

¿Quiénes tienen atrofiado el olfato o se les perdió la brújula? Aquellos que todavía tienen en su agenda el asunto de la unidad o la alianza para debatirlo; aquellos que siguen analizando la situación en clave de derecha- izquierda o de polarización. A ellos les sugiero estudiar, para repensar sus prácticas, el acuerdo de Yalta entre Roosevelt, Stalin y Churchill; sobre todo, las acciones políticas que se desprendieron. Basta ilustrar con una decisión de un aliado: la de restringir en Inglaterra la libertad de expresión con relación a Rusia, nadie podía criticar a la Unión Soviética, aunque fuese un anticomunista furibundo. Orwell en la introducción a la Rebelión en la granja es implacable contra el líder inglés, porque el gobierno le impidió publicar su novela en tiempos de la alianza. El novelista defiende allí su libertad de expresión; argumentado que él era libre y la libertad de opinar era un derecho inviolable. Así pensaba Orwell porque era un intelectual, un extraordinario analista; pero carecía de pericia política, justo cuando el mundo se enfrentaba a una situación inédita. Él no fue un operador político que tenía un objetivo muy concreto de lucha en una situación extraordinaria; su arte no era el de la guerra. La política cotidiana es un arte, muy similar a la guerra. Pero se parece muchísimo más en una situación extraordinaria como la que se vive en Venezuela. Esto no significa abogar por la violencia o por la paz (nada más violento que una lucha gandhiana, por cierto). El pensamiento y la acción política, en esta situación extraordinaria, se asemeja al razonamiento que debe tener un ajedrecista, pero jugando colectivamente, con la rapidez y la articulación de un equipo de básquet. La política se asimila a los juegos colectivos como el fútbol, nadie juega solo y es vital el equipo técnico quienes son los que deciden como enfrentar al adversario. Lo que menos les interesa a los buenos directores técnicos, para plantear su juego, es la opinión de los periodistas deportivos o de los hinchas.

Para quienes le da urticaria el ejemplo del político inglés, les recomiendo sentarse a leer como una Biblia el “¿Qué hacer?” De Lenin o quizá, un manual para estudiantes de bachillerato, como aquellos publicados por la vieja Unión Soviética, donde les explique qué significa determinar el enemigo principal, sin menospreciar a nadie por la recomendación. Simplemente considero el factor temporal. Las acciones, en este sentido, son de carácter urgente. Los perdidos lo que generan son costos para el pueblo venezolano, tanto en tiempo como en acción.

Otra alternativa de estudio para los perdidos, es de nuestro terruño, ilustrarse, aunque sea consultando a los mayores, de oídas: ¿Cómo se logró la caída de Pérez Jiménez? Y no estaría mal, para algunos, incluir en su estudio un mapa de Caracas, por aquella enseñanza histórica, donde les indique que el palacio de gobierno se llama Miraflores y no queda en el nuevo circo.

La discusión ideológica es un asunto verdaderamente subalterno en la coyuntura actual, hay que dejársela a los cagatintas tarifados por Maduro. Igual de perdidos están quienes ocupan sus neuronas para dar la batalla al interior de un partido político de oposición. En esta circunstancia, ambos asuntos, la ideológica y las pugnas por el control de un partido que son usuales en un tiempo ordinario, son tan subalternos, tan de cuarta categoría, en la coyuntura actual, que se asemeja a asunto de condominio frente al problema de la nación. Ya basta de la vecindad del Chavo como simulación de un ejercicio político.

En este asunto, estrictamente instrumental, el de las formas de lucha, para desplazar a Maduro del poder en el menor tiempo posible, los encuestólogos, los periodistas, los youtuber, quienes opinamos con soporte o no sobre la política, el común de los mortales, quienes somos ciudadanos de a pie, lo que tenemos es que seguir las pautas marcadas por el comando unitario y la alianza. Así de rajatabla, hasta que se concrete el mandato soberano del pueblo. Eso sí, quienes dirigen deben explicar, cuando se requiera, con el sentido de la prudencia, por qué debemos hacer lo que deciden y cómo contribuye esa acción con lo decidido. Las formas de lucha cuando son acertadas no necesitan de mayor explicación, porque se legitiman por sí mismas. Esto es un asunto básico que lo saben mejor que nadie quienes elaboran las tácticas, cuyo oficio es el ejercicio de la real política.

Los ciudadanos de a pie, los opinadores, que no comprendan esta regla básica, atenta contra sí y contra la comunidad. Recalcamos, la coyuntura es inédita y extraordinaria. No tiene paragón con ningún acontecimiento político en el período de Chávez, ni tampoco con la década del horror del salvajismo madurista (2014- hasta el 28 de julio de 2024). Quien considere que es libre de opinar a diestra y siniestra, contra todos los aliados y no aliados, desconoce de qué trata el bien común. Su individualismo extremo, su posición más allá del bien y del mal, es un precioso manjar para alimentar y sedimentar al régimen militar y policial de Maduro; en otras palabras, atenta contra sí mismo, porque su palabra contribuye a mantener lo que detesta.

La importancia del debate político

Lo anterior no significa, en ningún momento, que se debe clausurar el debate político. Por el contrario, ahora es cuando el debate hay que estimularlo porque sobran asuntos gruesos en la agenda política donde la participación de todos es vital. En distintas escalas y con profundidades diversas, desde las instituciones educativas, los movimientos sociales, las organizaciones no gubernamentales, los yotuber, los periodistas, los investigadores en distintos campos disciplinares hasta el ciudadano de a pie, deberíamos comprometernos a participar en el debate político que nos corresponde. Y se requiere con urgencia porque son impostergables y fundamentales dentro la extensa agenda política. Es decir, que no responde solo a la coyuntura, sino a los pilares de nuestra sociedad venezolana, para el presente cercano, el mediano plazo y el futuro. Los puntos de agenda son varios y densos.

Resumen del punto previo a la agenda.  

Es una decisión soberana de los venezolanos la salida de Maduro. La alianza y la unidad es una necesidad de lo real que se impone.

Las discusiones ideológicas, sus lenguajes y las pugnas por el control de los partidos, que son cotidianas en cualquier país; por la situación coyuntural extraordinaria que vive Venezuela, son impertinentes, porque atentan contra el espíritu de cambio sociopolítico que decidió de forma soberana el pueblo.

Es responsabilidad del liderazgo, trabajando en alianza o en unidad, el diseño y la orientación para la ejecución de las acciones política. La situación extraordinaria dura hasta lograr la salida de Maduro y de su cúpula militar que se aferran al poder atentando contra la nación.

Hay un conjunto de puntos de agenda que la comunidad venezolana debe impulsar a través del debate político, dentro de esta situación extraordinaria, con la finalidad que la transición se conduzca con un horizonte de sentido, con solidez y con la participación de todos los sectores del país.

 

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