Ahora que se ha puesto de moda pedirle a la corona española que pida perdón a los Iberoamericanos por las depredaciones que habrían cometido nuestros tatarabuelos contra la población aborigen. Violaciones a nuestros indios, dicen los ofendidos. Tráfico de lingotes de oro, desde entonces, y otros despojos de minerales preciosos. Todavía el petróleo no se sabía que existía ni para que serviría, yo quiero levantar mi voz para darle gracias a España, a la Madre Patria.
Mi padre solía hablar de -nosotros los españoles?-. Y eso que mi familia es venezolana y hunde sus raíces en las más remotas épocas de Venezuela. Pero mis apellidos son los que son y resulta absolutamente ridículo que yo hable de que los españoles vinieron a cometer atrocidades contra nuestros indígenas. Como si nosotros fuéramos hijos de los aborígenes y no descendientes de los presuntamente depredadores.
Mis apellidos son: Fernández, Jiménez, Caballero, Granes, García, Gómez, Otazo, Aranda, Monagas, Como puede verse fácilmente en la lista de mis apellidos no figura ningún Guaicaipuro ni ningún Manco Capac.
En los años de mis más remotas mocedades tuve un amigo muy especial llamado Mario Guarema Tarachi. Sus ancestros venían de las tribus de indígenas que poblaron lo que hoy es el estado Monagas. Mi amigo me decía: -yo no me canso de darle gracias a Dios de que a nuestros lares vinieron españoles. Si hubieran sido anglosajones hubieran acabado con nuestra especie, como hicieron en Estados Unidos de Norteamérica y yo no existiría-.
Y me decía, además, que daba gracias a los españoles por tres razones: Primero, porque nos dieron el idioma. El idioma que nos ha permitido leer a don Miguel de Cervantes y a Don Miguel de Unamuno. Arturo Uslar Pietri y Rómulo Gallegos. Andrés Eloy Blanco y Rafael Cadenas. Andrés Bello y Augusto Mijares y a Mariano Picón Salas. Qué maravilla de idioma Y eso que mi amigo hablaba varias lenguas aborígenes.
La segunda razón por la que sentía agradecimiento era porque nos dieron la religión. Se mostraba orgulloso de ser católico, gracias a los españoles. El aporte de los valores y de los principios del cristianismo que nos predicaron Bartolomé de las Casas y otros ilustres prelados es inconmensurable. -Amarás a Dios con toda tu alma y al prójimo como a ti mismo. No matarás, no robarás, no cometerás adulterio, etc., etc.-. No tenemos como pagarle a España habernos traído el mensaje del amor a nuestras playas. -Que se amen los unos a los otros como yo los he amado. En eso reconocerán que son mis discípulos-.
Por último, me decía mi amigo Guarema Tarachi, los españoles nos trajeron el aporte de su cultura. Cuarenta siglos de historia, desde las Cuevas de Altamira hasta Pablo Picasso, que fueron asimilados por las naciones emergentes de América Latina o de Hispanoamérica o de Iberoamérica. Como usted prefiera llamarnos.
Por eso resultaba divertido, por no decir ridículo, que un señor de apellido Rodríguez le pida al Rey de España que le pida perdón a nuestros países por lo que sus abuelos, los abuelos de Rodríguez, supuestamente hicieron mal aquí por 1492.
Increíble.
Seguiremos conversando.