Es tan triste al amor a las cosas, las cosas no saben que uno existe. Jorge Luis Borges.
La navidad es una fecha litúrgica de la iglesia católica, en ella se celebra el nacimiento de Cristo. Claro fue el Papa Julio I quién impuso la fecha el 25 de diciembre. a fin de sincretizar las creencias paganas del sol naciente. Aún existente en la Roma católica, esta festividad litúrgica tiene un principio y un fin claro, sí el mes de diciembre inicia en domingo, se pueden colocar las decoraciones propias el primer día del mes, pero la fecha indicada es el 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción de María. Culmina este tiempo extraordinario el 06 de enero, con la epifanía del señor o fiesta de los Santos Reyes, muy acendrada en España y en algunos países de Hispanoamérica, entre ellos México, en donde se celebra el 05 de enero la noche de reyes y se come la rosca dulce. En nuestro país esta tradición no está muy extendida, salvo en las familias de origen hispánico, como es mí caso. En fin, la navidad es un símbolo católico impuesto por el Vaticano y cuenta con su inicio y su final, taxativamente determinado.
Este introito viene a colación, a los fines de evitar caer en la lengua sucia del régimen que nos gobierna y empezar a poner árboles de navidad, coronas de adviento y pesebres, cuyo adelanto forzado, demuestran dos cosas, el triunfo de los vicios y el imperio de la neolengua entre quienes caen de hinojos ante estas falsedades, es menester recordar a quienes, por ignaros, colocan la corona de adviento, que este es un poderoso símbolo cristocéntrico, basta ver que tiene cuatro velas coincidentes con los cuatro domingos previos a la Navidad, de hecho se encienden y se realiza una oración que recibe el nombre de coronilla de adviento, siendo que en 2024, el primer domingo es uno de diciembre, justo es el día para decorar la navidad, colocando el árbol, un abeto que simboliza la trinidad de Dios y que fue, plantado luego que San Bonifacio talase, el roble del Yggdrasil, en los pueblos nórdicos a evangelizar, entonces no hay navidades ni en octubre, ni en noviembre, las navidades comienzan el ocho de diciembre a menos que el uno del mes caiga en domingo, es menester aclarar esto pues la ignorancia religiosa fomenta la pobreza del alma, la ruindad y la misantropía.
En Cuentos para Navidad ( A Christmas Carol), Charls Dickens, nos presenta al misántropo Ebenezer Scroodge, quién es descrito de la siguiente manera:
“El frío dentro de él congeló sus viejos rasgos, mordisqueó su nariz puntiaguda, arrugó sus mejillas, endureció su andar; enrojeció sus ojos, puso azules sus delgados labios; y habló astutamente con su voz áspera” (Dickens, 1990).
No todos los crueles e indolentes, que pretenden cubrir el horror con luces crepitantes traídas de la China, árboles plásticos como plásticos son sus sentimientos, Santas o San Nicolás, creado por el marketing de la Coca Cola y cualquier colgante extraño al trópico, como berrys, piñas o guirnaldas, tienen los labios lividos y las facciones carcomidas por la edad, pero sus almas son verdaderos basureros del mal y la indolencia. ¿Cómo armar un pesebre?, hermosa tradición impuesta por el buen San Francisco, en medio del horror de niños encarcelados, niños grabados por el ministro de relaciones interiores justicia y paz, quienes no paran de llorar, pues están aterrados y solo suplican no ser llevados presos.
Estos idiotas, que se prestan a la estafa de la neolengua, no saben que también serán engullidos por la revolución que nos destruyó al país, por esta gansterilidad abyecta, cruel y tramposa que nos propino un golpe de Estado en la madrugada del 29 de julio, cuando auxiliados con una calculadora y en una servilleta cuadraron unos números, sin pensar en los desagregados de las actas, “porque la maldad es un hongo que embrutece” (Arendt, 2006), reitero que esta heredad abyecta que le es insoportable a sus otrora socios ideológicos pues apestan a militar gorila, “depusieron la voluntad popular y se perpetuaron en el poder” (Linz, 1978).
Luego del Golpe de Estado a la voluntad popular, y quedar atados por esa servilleta con su cálculo, que es desnudado por millones de desagregados estadísticos que gritan desde el resguardo de la función de densidad normal, que el valor de los totales es manido y que cometieron fraude, acuden al fantoche por demás repetido de adelantar las navidades y decretarlas. Mientras, en las cáceles 2.400 almas sufren castigos indecibles, madres que lloran, madres que rezan, madres que imploran y cuyas oraciones suben tumultuosas al cielo, clamando libertad, en verdad son estos los momentos de la intercesión de San Arnulfo Romero, Santo y Mártir de estas tierras, para que gritemos unidos ¡Basta de perseguir, de matar y de acorralar al hermano! Entonces la respuesta de los idiotas en el sentido político de la palabra, es decorar de navidad, cantar gaitas y villancicos y que pudran en las ergástulas de la tiranía las almas de inocentes.
Señores no hay animo en el espíritu, no sentimos este adviento con la alegría, sino con el luto, la Navidad no es una cosa, la Navidad es el misterio de María y Cristo en su cuerpo glorioso, al cual este régimen decide flagelar a diario, escupir a cada instante y hacerle sudar sangre, eso que los médicos llaman hematidrosis y que Cristo padeció en el huerto de los Olivos, “dejando su cuerpo hecho hematoma” (Cillier,L;Rertief,FP, 2004), este régimen nos ha apartado de Cristo, nos aproxima al horror, al nihilismo, a la banalidad ante el mal y sobre todo a la indolencia imperdonable.
En un Cuento de navidad, que imagino estos idiotas que le hacen el juego a esta tiranía sólo lo habrán visto en tiras cómicas, pues además de idiotas exhiben su ignorancia cual adorno navideño manido, demostrando que jamás habrán leído la obra y menos sabrán de Charles Dickens, se denuncia la pequeñez del alma de Scoodge, su misantropía dispensada a Chatchin, por quién además sentía aporofobia. Ebenezer Scroodge, es un ser vaciado de alma, incapaz de entender el amor de su sobrino, un tacaño que ama al dinero y usa a las personas. Un ser gris que vive en la vieja casa de su socio Marley, cuya alma atormentada en el Hades se le aparece cargando cadenas y advirtiéndole que su indolencia le costará caro.
Es entonces visitado por tres espíritus de la navidad, el de las navidades pasadas, en donde se evidencia su maldad y crueldad, cimentada en una infancia abandonada, eso que los psicólogos llaman herida de la niñez. El fantasma de las navidades actuales le muestra la pobreza de su empleado y la enfermedad de su hijo Tim. El de las navidades futuras le presenta su fin fatal, en medio de la soledad, que es el premio a los tacaños, a los narcisistas psicópatas y el odio que deja tras sí, pues las cosas no se aman, ya que no tienen vida y nunca hacen reciproco el amor. Para los idiotas que se comportan como el Scroodge, bonachón y adelantan la navidad, abriendo árboles artificiales, poniendo guirnaldas, pesebres, sin pensar en el dolor de las madres de los presos, en la inminente catástrofe económica que se nos avecina y en el ostracismo de esta revolución, es menester recordarles que serán el plato que se servirá el tirano, que de no actuar de manera coherente y prudente, seremos engullidos por el odio que ahora adulan.
Cohabitar con el horror no es la solución. “La neutralidad en situaciones de injusticia los coloca del lado del opresor”, sabia cita de Desmont Tutu, su conducta es censurable, reprochable e inaceptable. La advertencia esta escrita y dicha, los idiotas son así, no participan, van como una veleta, no tienen alma.
En lo particular, siento que el sentimiento es compartido, no me importa sí por muchos o por pocos. Esta vez hablo y escribo yo, pues soy dueño de mi relato, nadie me marca el discurso, nadie me controla los sentimientos y mi alma está viva, padece y sufre con la de mis amigos privados de libertad, a quienes jamás olvido. No hay un día en el cual no deje de rezar por ustedes, pero tampoco desaprovecho estos espacios para dejarlos solos e irme a seguir la payasada de una navidad decretada.
Cristo nace en el pesebre de cada celda, en la cama inmunda de cada hospital, en medio de la calle, en las desigualdades del ingreso, cristo nace en la pobreza del cada día, no hay cabida para su pesebre en la opulencia de lo mal habido, en la perversión de la maldad, allí no está Cristo. Los idiota adoran al dinero, que es un demonio cuyo nombre es Mammón, ese demonio crepita en las luces de una navidad espuria, que pretende distraernos del horror. Yo no me dejo seducir por Satanás y sus tinieblas, en su lugar decido asumir la postura de la prudencia, tal vez colocar sólo el misterio de Jesús, para orar por tanto horror, para pedir que en su Santo y divino nombre seamos exorcizados de esta densa oscuridad.
Estoy del lado del Cristo pobre, de María Virgen y de San José inspirado, del lado de Gabriel, del lado de Dios, del lado de quienes sufren persecución injusta, no hay entonces feliz navidad, somos bienaventurados por esta sed y hambre de justicia, que confiados en Dios pronto cesará.
Para las madres de los presos políticos, de los niños secuestrados, para las familias de mis amigos que están presos, siempre estará mi oración, mi lealtad y mi prudencia, para no escandalizar al hermano, ya lo dice la palabra ¡ Ay de aquel que escandalice a su hermano!
El señor es Justo Juez, El señor es nuestro pastor y moraremos a su amparo, el Señor es verdad y vida. La vileza de quienes actúan como Ebenezer Scroodge se percibe por sobre su plástica postura, por su apestoso olor a naftalina de adorno guardado y expuesto, para ser visto por blatodeos, es decir por cucarachas. Aun no he sufrido la metamorfosis de Kafka, aún soy un hombre y no una sabandija indolente e impenitente, que de manera abierta escandaliza a su hermano, celebrando sobre el horror de la cárcel, la sangre en el asfalto, las torturas propinadas, la salud y la educación destruida y el exilio obligado, que es una horrible forma de morir en vida.
Mis palabras, mí discurso y el riesgo los ofrendo a mis amigos presos, no están solos y pronto Cristo vencerá este horror, para mí no hay navidad, sino la buena nueva del evangelio y la bienaventuranza de quienes seremos saciados de justicia y paz, de quienes somos hoy incómodos, de quienes aún tenemos sangre y no escarcha en las venas, de los que jamás fuimos idiotas e indolentes.
Referencias.
Arendt, H. (2006). Eichman en Jerusalén. Madrid.: Debolsillo.
Cillier,L;Rertief,FP. (2004). History and pathology of crucification. (U. o. Africa., Ed.) South Africa Medical Journal.
Dickens, C. (1990). Un Christmas Carol. Oxford: University Oxford Press.
Linz, J. (1978). The Breakdown of democratic regimes. Virginia: Johns Hopkins University Press.
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