A comienzos de noviembre de 2024, el FMI decide crear el vigesimoquinto puesto de director ejecutivo. Ya se hablaba, desde hace más o menos quince años, que se le debía atribuir al África subsahariana un puesto suplementario de director ejecutivo. ¿Es una buena noticia para África? ¿Se beneficiará de una mayor consideración en las instancias del Fondo?
En realidad, hay que decir que no, porque es una buena noticia falsa: el conjunto de los países del África subsahariana estaban repartidos en dos grupos (salvo Ghana que estaba en un tercer grupo) que tenía, en derechos a voto, el 4,63%. Ahora están repartidos en tres grupos, en lugar de dos, y tienen el 4,61% de los votos. Por lo tanto, el peso de África no ha aumentado en las votaciones en el seno del FMI, en realidad, ha disminuido ligeramente.
Antes de la creación de ese puesto, el grupo presidido por Tanzania comprendía 23 países y tenía el 3,02% de los votos; el grupo presidido por Congo Brazzaville comprendía, también, 23 países y tenía el 1,61 % de los votos. Eso representaba un total de 4,63% de los votos en el FMI.
Desde ahora, el grupo presidido por Mozambique comprende catorce países con 1,83% de los votos, el grupo presidido por Costa de Marfil comprende catorce países con 1,40% de votos y el grupo presidido por Congo tiene diecisiete países y 1,40% de votos. Eso hace un total de 4,61% de votos en el FMI.
Estados Unidos, tienen, ellos solos, un director ejecutivo que cuando vota representa el 16,49% de votos, en una situación en la que las votaciones importantes implican reunir el 85% de los votos. Estados Unidos es, por lo tanto, el único país que tiene derecho de veto.
Si consideramos a Francia, vemos que tiene un 4,03% de votos, o sea, solo un poco menos que todos los países del África subsahariana reunidos.
Alemania, sola, tiene el 5,31% de votos, es decir, netamente más que el conjunto de los países del África subsahariana.
Cada director ejecutivo que representa a un grupo de países de África hablará en nombre de una quincena de países. Eso quiere decir que tratará de poner de acuerdo a esos países sobre una posición común, mientras que Estados Unidos, solos, tiene un director ejecutivo que no debe consultar con ningún país. Es el mismo caso para Francia, Alemania, Japón, Arabia Saudí, incluso para Rusia (que está con Siria), o para China.
Cuando un representante africano habla, el representante estadounidense o francés que lo escucha, piensa: «Este representante africano solo tiene el 1,4% de los votos, no tiene ningún peso». Y, aunque, ese representante se pusiera de acuerdo con los otros dos directores ejecutivos africanos, entre los tres no tendrían más que el 4,61%, o sea, menos que Alemania sola. Y eso no tiene ningún peso.
Hay que recordar que, desde la creación del Fondo Monetario internacional, siempre fue un europeo o una europea quien lo ha dirigido, y el Banco Mundial, desde su creación, siempre ha sido dirigido por un hombre ciudadano de Estados Unidos, designado por su presidente. Por lo tanto, jamás un o una representante del Sur ha podido dirigir el FMI o el Banco Mundial.
También se debe señalar que los directores ejecutivos que representan a África, o a otros países del Sur, son personas totalmente formadas en el espíritu del FMI o del Banco Mundial.
También, se debe decir que dos países muy importantes del África subsahariana perdieron una parte importante de sus derechos de voto durante la reforma precedente, de 2010, y puesta en práctica a partir de 2016. Efectivamente Sudáfrica perdió el 21% de sus derechos de voto y Nigeria perdió el 40%. (Véase Patrick Bond, 22309)
Hay que señalar que los representantes africanos, formados, nunca propusieron un candidato africano para dirigir el Fondo.
Conclusión, para el CADTM, los cambios en el seno del FMI son puramente cosméticos, y tienen por fin dar la impresión de que existe una democratización y, no es en absoluto el caso. El FMI es un organismo totalmente antidemocrático, que ejerce un poder, se puede decir, despótico como acreedor privilegiado, puesto que impone sistemáticamente condicionalidades a los países que recurren a sus créditos. Ese es el caso, en este año (2024), de las medidas impopulares que el FMI quiso imponer a Kenia y a Nigeria, con la complicidad de los gobiernos locales. Esas medidas originaron revueltas populares en los dos países, y, en consecuencia, una represión muy importante (sesenta muertos en Kenia, numerosos encarcelamientos en Nigeria). En el caso de Kenia, felizmente, el descontento fue de tal magnitud que algunas de las medidas exigidas por el FMI han sido abandonadas.
Eso demuestra que el FMI no cambia nada en sus políticas de agresión a los intereses populares. No se democratiza y, por lo tanto, para el CADTM, debería ser eliminado y reemplazado por otro organismo multilateral, que podría llamarse Fondo Monetario Internacional pero que tendría otros estatutos y, especialmente, un reglamento de funcionamiento democrático. Uno de los objetivos sería aplicar y recaudar unos impuestos internacionales sobre las grandes empresas transnacionales. Tendría por función luchar contra los paraísos fiscales y garantizar, efectivamente, una estabilidad monetaria y el pleno empleo.
Doctor en Ciencias políticas de la Universidad de Lieja y de la Universidad de París VIII, es el portavoz del CADTM internacional y es miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia.