Venezuela en su oscurantismo desde 1999 lejos de resolver sus problemas se ahonda más en ellos, el sombrío Estado Comunal, desde su profundización en 2008, marcó la aceleración de la destrucción del país al invalidar el voto contemplado en la Constitución, crear poderes paralelos y, en lo que se llama poder popular, partidizar inescrupulosamente la participación ciudadana, otra forma moderna de apartheid.
Hoy día, la Asamblea Nacional trabajó en la reforma de la Ley de Comunas, un instrumento del Estado Comunal, bajó la justicia a las propias comunidades, seguramente, con fines de neutralizar, acorralar, vigilar a la oposición al estilo de los Comandos de la Revolución cubanos o CDR. Es nuestra opinión arraigada en casi 25 años de neo castrismo en Venezuela.
Sé que muchos objetarán la propuesta que haremos, pues hoy es imposible materializarlas porque socava las bases del poder del chavismo, no se echarán cuchillo a su propio cuello, pero no está demás desprenderse de propuestas que hagan avizorar otro país muy distinto, un país posible.
Antes de entrar en detalles, aprovechando la “reformatitis” del régimen, aquí dejamos unas ideas sueltas que se pueden desarrollar para, en lugar de enterrarnos más, salir a flote con reformas que realmente amerita el país y generarían resultados extraordinarios, veamos:
A Venezuela le urge superar el presidencialismo, tal como aparece en la CRBV (al igual que en la del 61’ y anteriores) el presidente no puede ser jefe de Estado, basta con ser jefe del gobierno, lo primero nos ha convertido en una dictadura constitucional. Asimismo, al presidente hay que restarle competencias y facultades, equilibrarlas con los otros poderes públicos en una sinergia positiva, el presidente solo debe encargarse de fomentar y administrar la hacienda pública, así como cumplir su oferta de gobierno, ser el encargado de desarrollar las políticas en materia de salud, educación, tecnología, grandes proyectos de infraestructura nacional, desarrollar nuestras potencialidades nacionales.
Del mismo modo se hace necesario profundizar la autonomía del BCV, es alarmantemente indispensable éste órgano superior sea 100% autónomo y estrictamente profesional. En ese mismo orden, es prioritario que el situado constitucional a las gobernaciones y alcaldías sean distribuidos de forma veraz y automática por el BCV, evitando pueda ser utilizado como herramienta de represalia política como ocurre en estos tiempos oscuros. Igualmente, es urgente sancionar una ley que profundice la descentralización, lo de hoy es aberrante, hasta para cambiar un bombillo de una plaza en Guasdualito el alcalde debe “agradecer la presidente”.
Otra reforma inconmensurablemente necesaria sería una donde todos los involucrados en delitos judiciales (falsificación de delitos, de pruebas, generación de sentencias ilegales, negligencia procesal, sobornos, etc) sean castigados con penas especiales, máximas, de esta forma todo el recursos humano del que depende el sistema judicial venezolano (organismos de seguridad, alguaciles, jueces, fiscales, etc) lo pensarían muy bien antes de romper o tergiversar la ley, la justicia.
Ahora bien, el motivo de este artículo es hacer comprender la extrema necesidad de construir con bases firmes la institucionalidad del país, después de todo, ella es el cimiento de una nación próspera en todos los sentidos, la institucionalidad se puede resumir como instituciones públicas apegadas a la ley, profesionales, eficientes.
Al grano: La Asamblea Nacional, en el Capitulo V de nuestra carta magna, ve enmarcada sus funciones, competencias y composición, con esto último queremos desarrollar una idea. Sería trascendental que los diputados a la Asamblea Nacional no se escogieran desde el seno de los partidos, sino a través de un mecanismo donde en cada estado los distintos sectores nacionales propongan sus candidatos (gremios docentes, empresariales, trabajadores, médicos, etc) y de entre ellos escoger los integrantes al parlamento nacional en número acorde al estipulado en la Constitución, de esta forma, éstos representarían con proximidad máxima al país profundo, sus debilidades, fortalezas, la real realidad, no así con candidatos partidistas quienes detrás de ellos tienen un montón de compromisos e intereses innobles, lejos de la realidad nacional, principalmente compromisos afines al partido, pero también con otras élites, grupúsculos, etc.
Imagínense diputados sectoriales afines con la realidad del país, conocedores profundos de lo que Venezuela necesita, requiere, de sus fortalezas y debilidades, pues de allí vendrían. Además, una externalidad maravillosa, es imposible que un cuerpo partidista escoja titulares de otros poderes nacionales sin vínculos partidistas, un parlamento integrado por representantes de los sectores país escogería a los titulares de los otros poderes nacionales de manera imparcial. En la forma cómo está contemplado hoy ¡No! Los resultados serían maravillosos.
No se trata de enemistarnos con los partidos, son vitales para la democracia en todas sus formas, pero no pueden ser lo más importante. Tendrían las concejalías, las alcaldías, los consejos legislativos, las gobernaciones y la presidencia de la república, se trata de construir una columna vertebral, una institucionalidad sólida, que desde lo nacional permee sus estructuras al interior del país en apego irrestricto a los fines verdaderos del Estado, a la ley, y finalmente a la justicia lato sensu.
@leandrotango