Antonio Sánchez Alarcón: ¿Quién realmente dicta la geopolítica?

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Las decisiones políticas y geopolíticas que toma un presidente o un alto funcionario de un Estado están marcadas principalmente por los intereses específicos de ese Estado. Estos intereses se relacionan con factores económicos, de seguridad, y de influencia en la región y el mundo que implican o afectan a ese Estado dado. Un estadista pragmático actúa alineado con estos objetivos y prioridades estatales, no con sus propias ideas o deseos individuales. Igualmente, el contexto socioeconómico en el cual se encuentra un país condiciona las decisiones de sus representantes.

En la mayoría de los casos, un líder político tiene limitaciones establecidas por el sistema político, económico y social de su país. Estas limitaciones actúan como un marco rígido que guía y restringe sus acciones. Si un presidente decide algo en contra de estos marcos, podría enfrentar oposición interna o debilitar la posición internacional de su Estado. Por lo tanto, la toma de decisiones no depende solo de lo que un líder psicológicamente «desee», sino de lo que sea viable y beneficioso para el país en su conjunto.

El contexto material también juega un rol importante. La economía, los recursos naturales y las alianzas internacionales condicionan lo que un presidente puede hacer. Por ejemplo, un país que depende del petróleo debe tomar decisiones que protejan esta fuente de ingresos, y no puede ignorar esta realidad en sus relaciones internacionales. Así, el contexto material no se puede modificar solo por los deseos individuales de un líder, ya que requiere considerar realidades que muchas veces escapan a los deseos y el voluntarismo.

En teoría, un líder debe representar a toda la población y los intereses diversos que existen dentro del Estado. Los deseos individuales pueden no ser populares ni viables para el bien común. De esta manera, los presidentes suelen tomar decisiones que buscan un equilibrio entre diferentes grupos de interés y sectores de la economía. Por lo tanto, la influencia de las opiniones personales queda relegada ante la necesidad de responder a las demandas colectivas y de mantener la estabilidad nacional.

Las decisiones políticas y geopolíticas de un presidente o alto funcionario de Estado generalmente no están condicionadas por sus deseos subjetivos. Están influenciadas, principalmente, por los intereses y el contexto material del Estado que representa. Esta realidad obliga a los líderes a actuar de manera objetiva y a dejar sus deseos personales de lado.

Lo contrario (el subjetivismo y el voluntarismo) también es posible a riesgo de darle la espalada a la realidad y así arriesgar la estabilidad de ese Estado y su capacidad para replicarse en el tiempo (eutaxia).

 

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