Julio César Hernández: Alienación y falsa conciencia

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Nos ha llamado la atención que apenas unas pocas personas pertenecientes al partido oficialista, han manifestado públicamente su desacuerdo con el silencio sepulcral que han mantenido otros miles de testigos de esa tendencia, respecto del resultado electoral ocasionado por la soberanía popular el pasado 28 de julio, lo que nos lleva a estudiar en ese sentido las  variables de “la alienación y la falsa conciencia” que parecen subsistir en el pensamiento, creencias y actitudes de cada uno de ellos, a sabiendas que esos elementos, más la inconciencia juegan un papel descontextualizador, respecto de esa realidad. Sobre la alienación el sociólogo alemán Max Weber, escribió que, la misma “es la muerte del pensamiento propio”, con lo cual deja entrever claramente que, cuando se da un proceso de alienación, otras personas interesadas en imponer una determinada ideología, socialismo, por ejemplo, les transfieren unas ideas comunes, para que las difundan y sean solo esas, las que se ofrezcan ante la opinión pública o en el debate político; configurándose así un bloque de opinión ideológica, que tiene como consecuencia la deformación de la conciencia que no obedece ya a su propia voz, sino a conciencias ajenas.

Este inmortal autor, hizo patente que, cuando el integrante de una clase en especial, afecta a un régimen dominante, puede inclusive a causa de esa alienación, ser delatado por sus adversarios o vecinos, en la comisión de un presunto determinado hecho punible; a las voces de las conciencias ajenas, se les convence entonces que denunciar en ese sentido, para castigar o sacar del juego político aquellos que no comparten la mirada sobre el mundo y la realidad, sin que los delatores involuntarios se den cuenta de su flaco servicio al mantenimiento de la adecuada convivencia social. De otra parte, la falsa conciencia, en este caso la marxista, que no está muy alejada de un sector dirigencial del país, sobre todo el oficialista, plantea que la “vida es la que determina la conciencia, vale decir, conforme se vayan presentando las circunstancias de la vida, se tendrá una conciencia maleable, ajustada al momento; de esta posición se difiere radicalmente en virtud de que, son los valores que nos inculcaron en la familia, la escuela y la sociedad, bien enraizados en nuestras conciencias, las que nos permiten obrar con seguridad y convicción, frente a circunstancias como las que están ocurriendo.

Resulta entonces controversial a la ética y a la moral republicana, que sean las relaciones políticas, sobre todo las partidistas, las que condicionen las conductas, en torno al hecho electoral sucedido recientemente y, que no sea, la propia conciencia de esas personas, liberadas de ideología, las que digan la verdad de los resultados contenidos en las actas de escrutinio, pero que, al no hacerlo, dejan entrever que la idea es eliminar de una vez por todas, ese debate político a lo interno del país, aunque en el ámbito internacional ocurra otra cosa, tal vez, por los informes que rindieron las legaciones a sus respectivos países. Como demócratas, se debe contradecir la doctrina marxista que, mediante la alienación, ha ocasionado que se produzcan alejamientos o separaciones entre personas unidas por distintos lazos, en tal sentido, trabajar para que los distanciamientos entre venezolanos se acorten, hacerle saber a muchos que, más importante que percibir la realidad desde una determinada óptica partidista, es tener criterios compartidos y cohesionados sobre las realidades del país, que se deben hacer esfuerzos en las bases sociales de la Nación, para lograr los anteriores cometidos, sin resquemores.

Retornando al tema de la falsa conciencia, encontramos también que aunque se piden diálogos o debates civilizados, quienes han sido sujetos de alienación tienen concepciones y principios sobre la Democracia, muy distintos a los de sus adversario; ideas que por lo demás, no se corresponden con las condiciones políticas, sociales o económicas que vive el país, por ello, al ser atrapados por una ideología hegemónica, sus opiniones carecen de legitimidad social, al no ofrecer un enfoque fiable de la realidad circundante, lo que compromete la verdad de las situaciones que ocurren en aquellos campos.  Falsa conciencia es hacerle creer a los subordinados o adherentes a la causa oficialista que ellos encarnan una ideología infalible y superior, aunque en esa postura no se beneficien las mayorías, como si sus líderes o dirigentes, que siempre les ocultan sus verdaderos intereses, porque trabajan básicamente para imponerles –formas mentales- que se reflejan en actitudes y creencias, que muchas veces no autoevalúan, ni miden, lo perjudiciales que son para su propio movimiento político, que por ejemplo predica el valor de la paz, pero que no la siente, ni menos aun trabaja por ella.

La falsa conciencia describe una visión distorsionada de la realidad, pareciera que le tiene miedo a ella y a vivir sin poder, por ello se caracteriza también por tener una visión tendenciosa de la realidad producida, a causa de un conjunto de creencias dominantes o hegemónicas, como la de que la “revolución llegó para quedarse”, expresión antidemocrática para la mayoría de venezolanos, que aunque denuncian la opresión del Estado y la mala calidad de vida, quienes han sido alienados, consideran a las políticas de dádivas, como grandes realizaciones e inmodificables políticas públicas sociales. Falsa conciencia o “servidumbre voluntaria” como también la llamó -Herbert Marcuse- se sucede, cuando “los miembros de una sociedad toman decisiones en apariencias libres, como por ejemplo despreciar de manera delirante a EEUU o a ciertas personas de la política, a causa de pertenecer a una estructura ideológica dominante, que siempre los tendrá como adversarios o enemigos, por no admitir su presencia en el ámbito político nacional e internacional y, que en última instancia, no son contrarios ni lesivos a sus propios intereses, pero que si demuestran, un déficit de racionalidad social y política.

La falsa conciencia, constituyen entonces, opiniones ideológicas dogmáticas, que no se corresponden con la situación real del país o de su población, incluida la autodenominada “clase bolivariana”, que tampoco duda sobre lo que se les ordena, la que interpreta los hechos en sentido contrario a como en realidad ocurren, apoyados en elementos ideológicos radicales, que les impiden ver la naturaleza de las cosas, para mantenerse y perpetuarse en el poder, a pesar de que existan otras conciencias que buscan el cambio, hacia una sociedad más abierta y de inclusión, con objetivos económicos plurales. Para concluir, se agrega que, el conocimiento detallado que se tenga del adversario, coadyuvará a fortalecer las tácticas y acciones tendentes a hacerlos volver a la Constitución y al respeto a la soberanía popular; seguir identificando sus actuaciones respecto de sus adherentes, permitirá hablarles a ellos y hacerles entender los procesos de agotamiento a su pensamiento autónomo y critico a que son sometidos, para que no lleguen a cuestionar los argumentos del poder, que también desvaloriza normas éticas de conducta, para continuar su estancia indefinida en el Gobierno.

 

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