La victoria y el fracaso son dos impostores, y hay que recibirlos con idéntica serenidad y con saludable punto de desdén. Rudyard Kipling.
Hace unos días el Presidente Joe Biden declaró que es conveniente hacerle una autopsia al partido demócrata. Algunos gobernadores de su partido comenzaron a levantar trincheras alrededor del margen jurídico que separa lo estadal de lo federal. Los electores demócratas lucen resignados, extraviados y apesadumbrados en un marea roja de populismo Made in América.
La urgencia de la reinvención es proporcional al resultado de las elecciones del pasado cinco de noviembre. Ya es oficial que los republicanos controlarán ambas cámaras del congreso, lo que proporcionará a Trump un par de años con amplió margen para impulsar sus mesiánicas promesas.
Es la hora de la lotería de las culpas y el bingo de las revanchas en el campo de los demócratas. Heridas que fueron disfrazadas en el frenesí de la carrera electoral parecen despertar y originar una búsqueda de respuestas a distintas incógnitas.
¿Por qué Harris prefirió al gobernador de Minnesota como compañero de fórmula y no al del estratégico estado de Pensilvania? ¿Será el fin de la influencia de la señora Pelosi en las decisiones del partido? ¿Ha llegado el momento de iniciar una renovación generacional que permita el nacimiento de nuevos liderazgos?
Biden ya dio inicio al protocolar y pacífico traspaso de poder, retomando la tradición que, paradójicamente, el ahora presidente electo no dudó en tirar al traste cuatro años atrás. Aparentemente, las irregularidades y denuncias por parte del Trumpismo solo florecen cuando el resultado no les favorece. Ciertamente, es una obviedad, pero Biden inteligentemente, quiso que aquello quedara en evidencia.
En el lado de los vencedores no todo es color de rosa. Una última batalla se libra entre el Trumpismo y algunos reductos del desfigurado establishment republicano. El histórico partido sufre los embates del personalismo de un presidente que demanda ciegas lealtades y ofrece pocas garantías.
Las excéntricas nominaciones que ha propuesto Donald Trump para su gabinete son tan surrealistas que algunos senadores republicanos de la vieja guardia, han osado mostrar discrepancia con el *Big Boss”. Muchos temen que el presidente aproveche el receso del senado para obviar los controles propios de ese organismo legislativo.
La secretaría de estado pasaría a las manos del polifacético senador, Marco Rubio. Su nominación es un guiño a ese pequeño pero influyente grupo de exiliados que hacen vida en el sur de la Florida. Históricamente, cubanos anticastristas que hoy se mezclan con los que llegan huyendo de Venezuela y Nicaragua. Rubio conoce su vecindario y constantemente promueve el debate bizantino sobre la “fuerza” de las sanciones económicas norteamericanas como tema de relevancia en la política exterior de EE.UU.
¿Podrá resolverse el conflicto Ruso-Ucraniano en cuestión de horas? ¿Cuál será el rol de EE.UU en la política de seguridad Europea? ¿Qué pasará con México y la “mayor deportación de la historia? El tiempo nos dirá si Rubio podrá establecer una línea diplomática coherente con tantos tableros en simultáneo. Recordemos que en 2016, Trump designó a Rex Tillerson para el cargo aunque solo duró poco más de un año al frente de la diplomacia estadounidense.
En otras novedades que parecen ser sacadas de una distopía, el negacionista antivacunas Robert F. Kennedy Jr estará al frente del Departamento de Salud. Pete Hegseth, presentador de Fox News y ex oficial de la Guardia Nacional estaría llamado a ser el secretario de Defensa.
Todos estos nombres se unen al entorno de acólitos que rodea a Trump. Es menester una mención especial al estelar Elon Musk, quien en teoría ayudará a optimizar el tamaño del gobierno federal sin tener ningún aval adicional para esa tarea más que el proporcionado por sus agasajos y adulaciones al líder del MAGA.
Hay en este asunto varias perspectivas. Hoy creo que esta es la más adecuada porque cuando los días son de gracia es cuando debemos estar particularmente atentos al control del poder.