Paul Krugman: Cómo perjudicará al sector tecnológico estadounidense la hostilidad hacia los inmigrantes

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¿Prosperarán las empresas bajo una segunda presidencia de Donald Trump? Que yo sepa, muchos líderes empresariales están poniendo sus esperanzas en la convicción de que en realidad no va a seguir adelante con sus promesas de campaña sobre los aranceles y la deportación masiva; que van a ser como su muro fronterizo, el cual, en su mayor parte, nunca construyó, aunque afirmara que lo había hecho.

Pero creo que ese optimismo está fuera de lugar. Las obsesiones de Trump con los aranceles y la inmigración vienen de lejos, y probablemente no reaccionará bien si la gente se burla de él por no cumplir sus ideas políticas emblemáticas.

Si no modera sus políticas, el daño será considerable, mayor de lo que hasta los más pesimistas suponen. La hostilidad hacia los inmigrantes no solamente creará escasez de mano de obra para muchos trabajos manuales agotadores que los estadounidenses nativos se muestran reacios a hacer, sino que también menoscabará el liderazgo estadounidense en tecnología.

Como es posible que sepan, Trump ha revelado su intención de declarar una emergencia nacional y desplegar al Ejército para ayudar a acorralar al inmenso número de inmigrantes que viven ilegalmente en Estados Unidos, colocándolos inicialmente en lo que Stephen Miller, uno de sus principales asesores en temas de inmigración, ha denominado “enormes centros de detención”.

Semejantes medidas serían una tragedia humanitaria y para las libertades civiles. Pero estas consideraciones probablemente no disuadirán a Trump. Si acaso, es posible que agradezca la indignación porque le hará parecer fuerte y resolutivo.

El impacto económico podría ser otra cuestión. Las deportaciones masivas crearían escasez y aumentarían los precios en sectores que emplean a un gran número de inmigrantes que carecen de un estatus legal permanente (además de los trabajadores legales que podrían verse arrastrados también), como la agricultura, el envasado de carne y la construcción.

Sinceramente, no sé cómo acabaría todo esto, y dudo que nadie lo sepa. ¿Sería horrendo? ¿O sería muy horrendo?

Sin embargo, aparte de estos efectos a corto plazo, hay una consecuencia probable del trumpismo que no ha recibido mucha atención: la amenaza que supondrá para el liderazgo tecnológico estadounidense.

Nuestro sector tecnológico es la maravilla del mundo. Hacia 1995, las principales economías ricas del mundo parecían estar todas más o menos al mismo nivel tecnológico, con niveles similares de productividad; si Europa tenía un PIB real per cápita más bajo, una de las principales razones era que los europeos trabajan menos horas, porque a diferencia de los estadounidenses, se toman vacaciones de verdad.

Pero como se señala en un informe reciente para la Comisión Europea elaborado por Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo, Estados Unidos ha vuelto a tomar la delantera en las últimas décadas. Lo que me parece interesante de este repunte estadounidense es que no es generalizado: los europeos hacen la mayoría de las cosas igual de bien que nosotros. La cuestión es más bien que Estados Unidos ha tomado la delantera en tecnología digital.

¿A qué se debe este éxito? Sin duda tiene múltiples causas, entre ellas las externalidades de red creadas por el grupo de empresas tecnológicas de Silicon Valley, que tiene una renta per cápita increíblemente alta. Pero si pasamos un tiempo en los centros tecnológicos de Estados Unidos, resulta evidente que los inmigrantes –a menudo inmigrantes con un alto nivel educativo procedentes del sur y el este de Asia– son también una parte clave de la historia.

Bueno, dirán, eso no debería ser un problema. La antipatía de los MAGA [siglas en inglés de “Haz que Estados Unidos vuelva a ser grande] se dirige contra los inmigrantes que se encuentran ilegalmente en Estados Unidos y ocupan los empleos manuales, no contra los genios de la tecnología procedentes de India, ¿verdad?

Error.

El primer Gobierno de Trump se mostró claramente hostil hacia los inmigrantes legales con un alto nivel de formación, y también hacia los trabajadores manuales que viven ilegalmente en Estados Unidos. Hizo que obtener o renovar visas, que es la principal forma en que pueden trabajar aquí, resultara considerablemente más difícil para los extranjeros altamente cualificados. Y muchos de estos trabajadores temen que estas políticas vuelvan, solo que peor.

Si quieren hacerse una idea de lo que probablemente cree el círculo íntimo de Trump, merece la pena echar un vistazo a una conversación de 2016 entre Miller y Steve Bannon, un viejo aliado de Trump que salió de la cárcel a tiempo para hacer campaña por el expresidente. Bannon afirmaba que el verdadero problema era la inmigración legal, y denunciaba a los “oligarcas” que traían a extranjeros para ocupar puestos de trabajo en TI que él creía que deberían ser para los estadounidenses. “Bueno, eso está muy bien expresado”, fue la réplica de Miller.

¿Importará que algunos de estos oligarcas, sobre todo Elon Musk, sean grandes partidarios de Trump? Probablemente menos de lo que creen. Históricamente, los oligarcas que imaginan que han comprado influencia con un líder autoritario descubren que ellos dependen mucho más de su buena voluntad que él de su dinero. Yo supongo que Musk, en concreto, averiguará pronto que necesita a Trump más que Trump le necesita a él.

Por lo tanto, me sorprendería mucho que el giro contra los inmigrantes no afectara a los trabajadores altamente cualificados. Dejando a un lado las políticas específicas, una de las razones por las que Estados Unidos ha tenido tanto éxito a la hora de atraer a los mejores y a los más brillantes del mundo es porque era una sociedad abierta; más, quizás, que cualquier otro país, Estados Unidos era un lugar donde personas de diferentes culturas podían sentirse bien recibidas. Esa era podría llegar a su fin.

Durante los próximos dos años, las redadas y los centros de detención propuestos probablemente dominarán, y con razón, las noticias. Pero es posible que, dentro de una década, seamos también plenamente conscientes de que, al volvernos contra los inmigrantes, debilitamos al sector tecnológico, una de las cosas que realmente hace grande a Estados Unidos.

 

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