El gobierno venezolano no oculta su preocupación por los nombramientos anunciados por el presidente electo de EEUU, Donald Trump. Desde Marco Rubio para el departamento de Estado hasta Elon Musk en el nuevo despacho de Eficiencia Gubernamental, refuerzan la visión ultraconservadora y macartista de la segunda gestión ‘trumpista’ que iniciará el próximo 20 de enero, claramente pro sionista y monroísta: «América para los americanos», es decir, para los norteamericanos de Estados Unidos de América, como oficialmente se llama esa potencia mundial en decadencia.
Maduro y su entorno nacional e internacional han sabido lidiar con los gobiernos de Barak Obama, Donald Trump (I) y Joe Biden, hasta en situaciones extremas de bloqueo económico, político y comercial, incluyendo un férreo boicot petrolero sin precedentes y la hostilidad de países como Brasil, Colombia y una vasta gama de gobiernos agrupados junto con Canadá en el extinto «Grupo de Lima». Esta experiencia le da una cierta confianza a Miraflores para imaginar que Trump II no será peor que Trump I; ni que Biden u Obama, quien emitió el 9 de marzo de 2015 el decreto de «emergencia nacional» designando a Venezuela como «amenaza inusual y extraordinaria» a la seguridad nacional y a la política exterior de EEUU.
Han transcurrido 9 años y 8 meses, que parecen un siglo por las graves consecuencias que ha sufrido el pueblo venezolano, no solo por la agresiva política estadounidense sino por la endiablada confrontación interna generada por tirios y troyanos, sus torpezas e irresponsabilidades. El corrupto escenario de la politiquería doméstica ha tenido un rol preponderante en el proceso de destrucción nacional: Venezuela ha sido saqueada por los gobiernos más corruptos de toda su historia, entre 1999 y 2024, sin solución de continuidad. ¡La pudrición apesta!
El fracaso es profundo y extendido: educación, salud y desarrollo social están tan degradados como lo están las empresas básicas de Guayana, el Sistema Eléctrico Nacional y la producción petrolera y gasífera, para solo mencionar las areas más críticas. Campea la pobreza y la desesperanza; el éxodo de más de 7 millones de compatriotas hacia el exterior lacera el ser nacional venezolano; y la obturación política nos asfixia.
En este nefasto cuadro nacional, la crisis se ha agravado desde la elección presidencial del 28 de julio pasado, cuyos resultados fueron secuestrados judicialmente por el gobierno de Maduro, el PSUV, sus satélites y testaferros. El Consejo Nacional Electoral (CNE), manejado a su antojo por la cúpula podrida gobernante, no tiene cómo demostrar que Maduro. ‘ganó’ esa elección. Esta es la gran responsabilidad histórica de su presidente, Elvis Amoroso, uno de los multimillonarios burócratas del chavismo al servicio de Miraflores, abyectamente.
Hacia el 10 de enero de 2025, dia de la juramentación presidencial, crece la incertidumbre sobre el futuro inmediato del país. El PSUV y su represiva «alianza cívico-militar-policial» han impuesto un régimen represivo total, para controlar a la gran mayoría nacional que castigó a Maduro el 28 de julio, inmovilizarla y así comenzar el período presidencial 2025/2031 con un candidato fraudulento, sin votos ni respeto para ejercer la Jefatura del Estado y la Comandancia en Jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB). Lo hicieron ‘a lo Jalisco’, en concierto de los jerarcas de los Poderes Públicos Nacionales, en una inédita tropelía inmoral y antidemocrática solo comparable con las marramuncias de la dictadura perezjimenista en 1952 y 1957.
No descarto que en su oscuro proceder, esa cúpula podrida esté evaluando como ‘ventaja’ el encrespamiento global de la guerra en Ucrania, que reclamaría máxima atención de EEUU a su fracaso otanista frente a Rusia, lo que podría aliviar presiones subalternas hacia otras regiones y países, como Latinoamerica y Venezuela. Igual puede ocurrir hacia el Medio Oriente, donde el brutal y desvergonzado genocidio ‘sionazi’ de Benjamín Nethaniahu sobre el pueblo palestino y la destrucción indiscriminada en Líbano constituyen un adverso frente de guerra multiforme que compromete a EEUU y Reino Unido.
Como bien es sabido, el gobierno de Maduro, el PSUV, sus satélites y testaferros sigue su plan de fraude y represión. Pocos imaginan cómo llegaremos al 10 de enero de 2025, pero el gobierno teme lo peor: que el candidato fraudulento no pueda juramentarse. Sus burócratas están que no duermen, porque saben muy bien que han irrespetado la voluntad popular expresada el pasado 28 de julio.
Más temprano que tarde, se impondrá la soberanía popular, en unión nacional por la verdad y el respeto absoluta a la Constitución vigente.
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