Conocí el Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad (Cedice Libertad) el 28 de septiembre de 1999 cuando asistí a una de las charlas del ciclo Debates Constitucionales titulada «Derechos de Propiedad, Régimen Económico y Ética de la Libertad». Todavía conservo el certificado de asistencia firmado por Rocío Guijarro, gerente general de Cedice, hoy en día amiga y mentora.
Apenas era una estudiante del tercer año de la carrera de Derecho de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y recuerdo cuando los ponentes discutían sobre la necesidad de cambiar radicalmente la educación pública porque era un saco sin fondo que todos estábamos pagando. Esas palabras me ofendieron al principio, pero instintivamente me propuse seguir los trabajos de Cedice Libertad.
Años después, cuando me encontraba dando clases, también defendí la necesidad de repensar la educación pública y que el liberalismo ofrecía alternativas como los vouchers escolares, a través de los cuales se admitía todavía el subsidio estatal, pero esta vez del lado de la demanda –que fueran los padres los que decidieran- y no de la oferta –susceptible de dependencia del Estado y del adoctrinamiento-. Esto fue posible porque salí con mil dudas de los debates organizados por Cedice años atrás y sacié mi curiosidad siguiendo su trabajo.
Para 2012 estaba escribiendo mi tesis doctoral y necesitaba incluir un capítulo de Derecho Comparado. Chile me parecía el país ideal para este estudio, pues lo que lograron los Chicago boys –no uso esta expresión en términos peyorativos sino para identificar la escuela económica a la que se adherían algunos ministros de Pinochet- en los años setenta y ochenta con la reducción del gasto público, la privatización de empresas estatales, la creación de incentivos para el libre mercado, fue lo que se conoció como «el milagro económico de Chile». Hice un viaje de investigación a Santiago y me entrevisté con varios miembros de think tanks liberales. Gran parte de la idea de llevar a cabo este proyecto, la ayuda y los contactos fueron gracias a Rocío.
Finalmente culminé mi tesis doctoral en la UCV, Propiedad privada y Estado de Derecho: garantías fundamentales de la actividad económica del empresario, pero sentía la necesidad de que este trabajo fuera más allá de las aulas de clase. La trascendencia, si cabe el término, vino poco después cuando ingresé como investigadora del Observatorio de Propiedad de Cedice Libertad. Al día de hoy, con las dificultades propias del país y la falta de financiamiento, sigo en mi trabajo de divulgación ya sea en el Observatorio o en el programa Cultura en libertad que en muchas ocasiones ha contado con la participación de mis amigos Nasly Ustáriz, Roberto Hung Cavalieri y Ramón Castro.
Mi tesis doctoral se transformó de algún modo en mi proyecto de vida y sembró las semillas de las que hoy en día son mis líneas de investigación. Mi aproximación de la propiedad ya no es sólo desde la tradicional perspectiva del Derecho sino como el derecho-la institución de las posibilidades y de las libertades. Sin condiciones materiales sólo tenemos deseos y aspiraciones. Sin condiciones materiales somos siervos de los que detentan el poder.
Esta comprensión multidisciplinaria de la propiedad la alcancé estudiando a los intelectuales de la Escuela Austríaca, la Escuela de Chicago, la Public Choice, el Objetivismo. También tuve esta comprensión de la propiedad, que definitivamente influyó en mi aproximación al Derecho, gracias a intelectuales como Ricardo M. Rojas, amigo, maestro y con quien escribí el libro La supresión de la propiedad como crimen de lesa humanidad. El caso de Venezuela. Pude conocer a estos autores por Cedice Libertad, por su Biblioteca Óscar Schnell, por su querida y entrañable librera, Auriestela, y por Rocío.
No soy la única que ha forjado su vida profesional y académica contando con el apoyo de Cedice Libertad. En personas como el padre y doctor en Economía Thomas Chacón podemos conseguir una historia similar. Son incontables los ejemplos que pueden citarse.
Decidí celebrar los 40 años de Cedice Libertad comentando mi experiencia personal con ella, con datos y nombres de amigos, porque a lo largo de estos más de 20 años, Cedice ha sido para mí una segunda casa.
Se trata de un trabajo arduo y con mística que el pasado 21 de noviembre alcanzó 40 años. Sería en el año 1984 cuando firmaron el acta constitutiva Carlos A. Ball, Jesús Eduardo Rodriguez, Carlos Rangel, José Quintero Abreu, Jorge Abudei, Rafael Alfonzo Hernández. Enrique y Mario Auvert, Luis Ball, Ricardo Ball, Carlos Bernárdez , Henrik Blohm, Henrique Bocardo, Roger Boulton, Frank de armas, Carlos Eduardo Hellund, Paul de Vladar, Hugo Fonseca Viso, Flavio Fridegotto, Roger G, Juliano, Juan Jugo, Raúl López Pérez, Gerardo Lucas, Luis Marturet, Arístides Maza Tirado, Francisco Natera, Edddo y Tiziana Polesel, Rafael Rodríguez Guerrero, Edgar Romero Nava, Fernando Salas Falcón, Haydée de Salas, Oscar Schnell, Eloy Sardiñas, Eduardo Tarajano, Ángel Reinaldo Ortega, Luis Augusto Vegas Benedetti, Vaughan Sálas Lozada, Enrique Sánchez, Guillermo Sánchez y Ricardo Zuloaga.
¡Que sean muchos más años!