Desde Irán hasta México, o desde China hasta Ucrania, sin contar al propio Estados Unidos, todo el mundo se encuentra en una creciente expectativa ante el nuevo período presidencial de Donald Trump, que pronto comienza.
Unos con temor, otros con esperanza, nadie es indiferente a lo que podría decidirse en la Casa Blanca a partir del 20 de enero. Trump no ha cesado de expresar que buscará la “paz con fortaleza”, y eso en realidad significa que ejercerá un poder más decisivo en cualquier ámbito interno o externo.
A todo ello se suma el carácter de Trump, que suele sorprender a amigos y adversarios; y la conformación de un gobierno cuya característica principal parece ser la fidelidad.
El caso de Venezuela lo consideraré de manera especial, más adelante. Los voceros de la hegemonía manifiestan que llegarán a entenderse con Trump y su equipo. Vapores de la fantasía, como se solía decir.
Un mundo cruzado de conflictos políticos, militares y económicos, es un gran desafío para cualquier presidente de EEUU, máxime si cuenta con mayoría formal en el Congreso.
Y desde luego es un desafío sin par en la posición de inmenso poder que tendrá Trump. Si ya ese poder se siente por doquier, es lógico pensar que tendrá un peso muy grande cuando sea juramentado en Washington.
Por eso el mundo entero se encuentra en una creciente expectativa. Y en muchos lugares la respiración comenzará a contenerse con ansiedad.