Cumbre de la Gloria Americana. Simón Bolívar. Honrosa Capitulación como pocas en la historia mundial. Fin del dominio español en América. La Batalla de Ayacucho 9 de diciembre de 1824 (Martín Tovar y Tovar).
Luego de la gloriosa Batalla de Carabobo, el 16 de agosto de 1821, Bolívar le comunicó al general Francisco de Paula Santander:
Prepare un ejército de cuatro mil soldados, para que el Perú, nos dé hermanos de Boyacá y Carabobo.
La gloriosa batalla, consolidó la independencia del Perú, proclamada el 28 de julio de 1821 en Lima por el general José de San Martín.
Luego de la exitosa acción militar en Junín el 6 de agosto de 1824, último combate de nuestro Libertador; el Congreso de Colombia, le había revocado el 28 de julio de 1824, las facultades extraordinarias, que le habían otorgado el 9 de octubre de 1821. A tal fin designó al paladín cumanés de veintinueve años Antonio José de Sucre: Comandante General del Ejército Unido Libertador.
El 2 de agosto de 1824, le entregó el mando en Sañayca, Departamento del Apurimac; le asignó altas misiones y con ella, la antorcha de la gloria. Cada etapa de su vida, está labrada sobre una verdad de acción, convertida en una fórmula de éxito.
El 6 de octubre de 1824, Bolívar escribió a Sucre: Haga Usted, lo que mejor le parezca, esta autorización no incluye ni modificación ni restricción.
Ayacucho en lengua Quechua significa Rincón de los Muertos. Se encuentra a 3.500 metros de altura.
Para minimizar el frío, (Soroche), se suministraba cebolla y ajo.
El Ejercito Unido Libertador al mando de Sucre contaba con 5.780 soldados y una pieza de artillería.
El ejército de La Serna, Conde de los Andes , el mejor de los españoles en hispanoamerica, contaba con 9.310 efectivos, de los cuales 500 eran españoles, con vistoso uniforme, ocupaba desde el día 8, la relativa mejor posición del area de operaciones, con superioridad en: personal, artillería, (catorce piezas), y logística.
En ambos ejércitos participaron Quechuas, Aymaras y mestizos.
Sucre aplicaba su capacidad de estratega, sin exponer su tropa a la derrota; se movilizaba cerro arriba, historia adentro, por difíciles más no imposibles desfiladeros. La inferioridad de personal, la compensaba con el entusiasmo, la alta moral y la voluntad de vencer. Ejecutando marchas y contramarchas,
Sucre llegó a Quinua el 6 de diciembre.
Como un interesante aspecto a resaltar: el 9 de diciembre a las ocho de la mañana, los combatientes de ambos bandos se acercaron y abrazaron fraternalmente, debido a la familiaridad entre ellos y aspectos comunes.
El Vicario del Ejército Libertador fue el sacerdote Pedro Antonio Torres, nacido en Popayán, había sido herido en el combate de Junín, también fue herido en Ayacucho.
Sucre dispuso la señal para iniciar el ataque: Pan- Queso y Raspadura
A las diez de la mañana se inició la magna batalla.
El general Sucre, montado en su cabalgadura de pelaje tordillo, recorriendo el área de operaciones, arengó a su ejército:
Soldados, de los esfuerzos de hoy, pende la suerte de América del Sur, otro día de gloria va a coronar vuestra constancia.
¡Viva el Libertador!
La división realista de Jerónimo Valdés a la vanguardia, se enfrentó a las unidades ubicadas en el flanco izquierdo de Sucre a las órdenes del general peruano José Lamar.
El resto del ejército de La Serna, descendió desde el cerro Condorcunca, cargando contra el grueso del Ejercito Unido; en la reserva realista quedaron los batallones Gerona y Fernando VII.
La Primera División del Ejercito Unido, al mando del neogranadino José María Córdova, avanzó en compacta formacion por el flanco derecho, reforzado con la incontenible caballería del denodado general inglés Guillermo Miller.
Córdoba pronunció su famosa frase: División, armas a discreción, de frente, paso de vencedores.
El General caroreño Juan Jacinto Lara, comandante de la Reserva, reemplazó a Córdova en el área de combate.
El intrépido coronel José Laurencio Silva, nacido en Tinaco, aún con tres heridas en el pecho, luego de ser atendido, continuó combatiendo, Sucre expresó:
Envidio las heridas de Silva
El Mariscal José La Mar, con su Segunda División de peruanos, destacó en la persecución de las fuerzas en retirada, para completar el éxito de la acción bélica.
Nuestros llaneros con sus lanzas erizadas de casi cuatro metros de largo, causaron estragos al opositor.
A la una de la tarde el virrey La Serna, recibió siete heridas, quedó prisionero junto a gran número de sus oficiales.
Sucre denominó al general Córdova como el héroe de la acción bélica, aunque muchos oficiales también se destacaron por su arrojo.
El capitán George Brown del Batallón Pichincha, colocó en las faldas del Condorcunca la bandera tricolor confeccionada en Panamá.
Las bajas informadas por Sucre fueron de 370 muertos y 609, heridos, mientras que las realistas fueron estimadas en 1.800 muertos, 700 heridos y 2.000 prisioneros.
Luego de tres horas de tenaz combate, Sucre obtuvo el resonante triunfo ante un ejército derrotado más no humillado. Luego de rendido, ofreció una de las capitulaciones más honrosas de las habidas en la historia universal, firmada en Quinua, (declarada Museo Histórico en febrero de 1973).
El general José Canterac, (el mismo que ordenó fusilar en Cariaco al capitán Fco. Sucre en 1817), representó al virrey, herido en la acción.
La Capitulación escrita con pluma de ganso, constaba de dieciocho acuerdos y cuatro ejemplares con el mismo tenor, dos para cada ejército.
En el mismo campo sobre una roca, de su puño y letra, Sucre le escribió al Libertador:
Está concluida la guerra, completada la libertad del Perú, me he tomado la libertad de realizar ascensos y recompensas para los oficiales que se destacaron…por premio para mi, pido a usted me conserve su amistad.
No se podía esperar menos nobleza y lealtad de este ínclito hijo de Cumaná.
Sucre ascendió en el mismo campo de batalla a Córdova y Lara a general de división. Solicitó el ascenso a coronela para Manuelita Sáenz, por sus exitosas actividades logisticas y de inteligencia utilizando montoneros;
Igualmente ascendió entre tantos brillantes oficiales a: José Laurencio Silva, José de la Trinidad Morán, Arthur Sanders, y Florencio Jiménez.
La iglesia de Quinua sirvió como Hospital de Sangre.
El 11 de diciembre Sucre envió con su ayudante, el coronel cumanés Pedro José Alarcon, el Parte de la Batalla al Libertador y al Ministro de la Guerra en Lima.
En carta de respuesta al General Canterac, Bolívar desde Lima escribió: …Suplico a Usted, se sirva presentar mis respetos al general La Serna, cuyas heridas, aunque dolorosas, le cubren de honor.
El 25 de diciembre el Libertador emitió en Lima una Proclama dirigida al Ejército Unido Libertador del Perú:
Soldados habéis dado libertad a la América Meridional y una cuarta parte del mundo, es el monumento de vuestra gloria. ¿Dónde no habéis vencido?
El 27 de diciembre el Libertador emitió en Lima un Decreto designando a Sucre, Gran Mariscal, con el sobrenombre de General Libertador del Perú,; Igualmente decretó que en cada país participante en la magna batalla, designarán una Unidad militar y refundarán una ciudad con el nombre de Ayacucho.
El virrey José de La Serna, recuperado de las siete heridas recibidas, zarpó en la fragata Ernestina, desde el puerto de Quilca – Perú en enero de 1825.
En España al llegar los vencidos, en forma burlona les decían los ayacuchos.
El 22 de enero de 1826, el general porteño Bartolomé Salóm, luego de un asedio y bloqueo naval ocupó el fuerte San Felipe de El Callao, último reducto realista. Perú lo considera uno de sus héroes.
El 12 de febrero de 1825, el Congreso Constituyente del Perú, reconoció a Sucre con el dictado de Gran Mariscal de Ayacucho.
El Congreso de Colombia lo ascendió el 14 de febrero de 1825 a general en jefe.
La Municipalidad de Lima, entregó a Bolívar y a Sucre, una espada de oro guarnecida con brillantes. la Espada del Libertador se encuentra en el Banco Central de Venezuela; la Espada recibida por Sucre en 1825, fue dañada por un esclavo de la servidumbre para extraerle las piedras preciosas, se encuentra en el Museo de Historia de Lima.
La población de Cochabamba le regaló a Sucre una Pluma de Oro, guarnecida con perlas, la cual regaló a la municipalidad de Cumaná, para que sus paisanos escriban las hojas brillantes, que caben en la historia de la revolución emancipadora y los sacrificios heroicos de este generoso pueblo.
A la única persona a quien Bolívar le escribió una biografía, fue a este joven paladin, ( Resúmen Sucinto de la vida del general Sucre).
Al informárselo en febrero de 1825 expuso: Usted créame general, nadie ama la gloria tanto como yo, jamás un jefe ha tributado más honor a un subalterno. Ahora mismo se está imprimiendo una relación de la vida de Usted hecha por mí. Cumpliendo con mi conciencia, le doy a Usted cuanto merece; esto lo digo para que vea que soy justo; desapruebo mucho lo que no me parece bien, al mismo tiempo que admiro lo que es sublime.
En relación a la batalla de Ayacucho y al héroe, Bolívar escribió: El general Sucre es el Padre de Ayacucho, es el redentor de los hijos del sol, es el que ha roto las cadenas con que envolvió Pizarro el imperio de los incas. La posteridad representará a Sucre con un pie en el Pichincha y el otro en el Potosí, llevando en sus manos la cuna de Manco Capac y contemplando las cadenas del Perú rotas por su espada.
En Quinua se encuentra un obelisco que recuerda el importante hecho histórico.
En diciembre de 1924, una Comisión Militar venezolana presidida por el señor general de brigada Eleazár López Contreras, asistió a los actos conmemorativos al centenario de la gran batalla. En la población de Quinua, aledaña al glorioso campo, luego de su discurso, recibió del pueblo, tierra del sitio de la gran batalla, y un pequeño cajón con restos del Soldado Libertador, que al trasladarlos a Venezuela permanecieron en el ministerio de Guerra y Marina en Caracas.
Con motivo de la conmemoración del centenario de la muerte de nuestro Libertador en diciembre de 1930, el presidente Gómez, inauguró el Altar de la Patria en la inmortal llanura de Carabobo; los restos del Soldado Libertador fueron inhumados el 18 de diciembre, debajo del Arco del Triunfo se conoce como: La Tumba del Soldado Desconocido, con su respectiva Guardia de Honor.
Las campañas de Sucre, merecen un César que las escriba. Simón Bolívar.
El 9 de diciembre se celebra por todo lo alto, el Día del Ejército del Perú, con su lema: Hasta el último cartucho.
Por atenta solicitud del Ejército del Perú, de preparar un artículo de diez páginas, referido a la fecha Bicentenaria de la magna batalla, para incluirlo en una Revista Extraordinaria.
He tenido el compromiso, satisfacción y honra, de elaborar un trabajo de ocho páginas escritas y dos páginas con ocho imágenes cada una, sobre la digna conmemoración Bicentenario.
Antonio José Francisco de Sucre y Alcalá conocido también como el Gran Mariscal de Ayacucho
Del Mariscal Sucre se deben haber escrito un centenar de biografías. La primera de ellas fue la que escribió el Libertador al conocer el triunfo de Ayacucho. Es breve pero, además de lo que dice y cómo lo dice, tiene el mérito adicional de quien lo dice y que el jefe escriba la vida de un subalterno (suele ser al revés). Evidentemente, por el momento en que fue escrita (1825), allí no aparece la vida de los últimos cinco años del Mariscal (asesinado en 1830).
Para quienes tengan el ánimo de leerla, les copio esa biografía de una edición de 1930 editada por la Academia Nacional de la Historia.