Aquello establecía un marco de inseguridad jurídica sin precedentes en el país. Ya antes, muchos líderes empresariales habían movido capitales fuera de Venezuela, y el terror que se imprimió en aquellos días produjo más fugas ante la posibilidad de perderlo todo.
Los ataques no solo fueron a grupos empresariales, sino que llegaron incluso hasta personas.
¿Recuerdan al biólogo Franklin Brito?
Despojado de lo que un día fueron sus tierras en Bolívar, legalmente adjudicadas y reconocidas por el llamado Instituto Nacional de Tierras (INTI), terminó enfrentándose a Miraflores con la huelga de hambre más dura conocida en la historia reciente.
Se lo llevaron a la fuerza al Hospital Militar para acallar esa voz que había trascendido las fronteras, y allí murió. Era el 30 de agosto de 2010.
Esa sí es la verdad.
La verdad que Celis y Fedecámaras parecen no tener guardada en su memoria, además, en la memoria de más corto plazo.
¿Es realmente posible ser empresario en Venezuela y saber que la ley protege la actividad?
No.
Y quien lo crea corre riesgos.
Hay que pasearse por la zona industrial de Maracaibo para ver la desolación. Lo que fue un núcleo de producción a gran escala que empleaba a más de 60 mil personas se redujo a casi nada, un cementerio más de emprendimientos, productos, servicios y modelos de negocios.
¿Acaso no confirma eso la inestabilidad jurídica del país, la protección a la propiedad y a las libertades económicas?
Sencillamente no hay confianza. Y la poca que queda no es más que una ilusión bien lograda desde el Miraflores de Maduro.
El crecimiento económico no se decreta.
Se logra con acciones muy precisas en la política de Estado para lograrlo y va más allá del financiamiento y de un Estado promotor, mucho menos uno acostumbrado a multiplicar los cementerios de parques empresariales.
Es crear las bases para levantar dos pilares vitales: seguridad jurídica y estabilidad política y esos dos componentes dan origen a la mágica palabra confianza.
Pero la verdadera confianza.
Ahora Fedecámaras celebra el sello de calidad hecho en el Zulia y promete presentarlo en Caracas para que en la capital vean el potencial del trabajo zuliano.
¿Se sienten seguros nuestros emprendedores?
Cualquier empresario inteligente no debería acercarse tanto al sol que lo puede abrasar.
Versión Final – Carlos Alaimo – Presidente-Editor