Julio César Hernández: Política entre políticos

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Cuando la política se ejerce con constancia y regularidad, conscientes sus actores de lo que ella representa; esa práctica puede producir disminución o supresión de conflictos de esa naturaleza, cerrar brechas, sobre todo en nuestro caso, las que están abiertas entre los distintos sectores de la diversa oposición venezolana, que no practican una actividad política sincera y a fondo, con la cual se limarían desencuentros, que en definitiva tenderían  a producir acuerdos sustanciales entre tan importantes fuerzas políticas y de éstas con la ciudadanía; sin embargo, en la realidad el ejercicio de la política entre políticos es muy escasa por no decir que nula, lo que se traduce también en una atomización opositora injustificada. Y es ahí dónde surge la interrogante ¿Qué clase de personas ejercen la política? Ello, porque la política es el modo civilizado de gestionar y resolver los conflictos entre ellos, con el propósito de conseguir la tan anhelada cohesión y coordinación estratégica entre las alianzas o plataformas opositoras, que no pueden seguir prolongando ese distanciamiento de manera infinita.

Por tanto, dentro de su actividad política, todos los políticos de la oposición, sin excepción están obligados a tomar decisiones y medidas que lleven a acuerdos igualitarios, inteligentes y razonables, sin desconocer que la política es una actividad de gran dureza en opinión del autor Daniel Innerarity, por las condiciones en que se ejerce, la severidad del juicio político y el comportamiento de los dirigentes políticos. Dirigiendo la atención a la primera condición, hay que decir que en Venezuela se hace política en condiciones muy difíciles, entre otras causas por el sectarismo del Estado-partido que implantó la cultura del desprestigio a sus adversarios, en razón de la disidencia política; otra es la jugada inconstitucional del régimen de no asignar por vías legales, fuentes de financiamiento y contribución a los partidos políticos, hecho que tampoco ha sido reclamado por ninguna oposición; y de último el uso de la justicia penal y la ausencia de valores entre otros inconvenientes que hacen sumamente riesgosa la actividad política, por estar cargada de incertidumbre e intimidación.

No obstante, las anteriores dificultades, la diversa oposición venezolana, no hace eficaz ni eficiente la política, o sea, no logra los resultados esperados, ni menos muestra un crecimiento notable que haga pensar en una verdadera unificación que resulte atractiva para los ciudadanos, por sus ideas y amplitud. Todo lo contrario, por falta de un ejercicio político idóneo, las diferencias entre todos los sectores se ahondan, unos pecan por acción y otros por omisión, a pesar de la imperiosa necesidad de un cambio en positivo. Es decepcionante observar como a pesar de las precarias condiciones de vida de nuestra gente, los “dirigentes democráticos” se trituran entre sí; más se preocupan por fortalecer sus propios grupos, que ampliarse a variados sectores de la sociedad, incluidos quienes los adversan, y eso hace que se produzcan duros juicios de los ciudadanos en contra de esa dirigencia que está divorciada de la realidad.

Hacer política entre políticos de la diversa oposición democrática, implica que cesen los antagonismos entre ellos, que no se insulten o descalifiquen, que tengan la suficiente seriedad y responsabilidad para convocarse entre ellos y poder así dialogar, consensuar y llegar a acuerdos, lo que es característico de una Democracia, sin temor alguno. Que entiendan que ser sensatos no es ser débil, sino realistas. Hoy en día se necesita de más política entre los dirigentes involucrados en estos conflictos mediocres para la ciudadanía, que piensa además que, si los mismos no se alcanzan, debe emerger otro tipo de liderazgo, menos sectario y sordo, que no privilegie la hostilidad, sino la política a través de los entendimientos. Bueno sería que, en vez de criticarse y agredirse entre sí, toda la oposición iniciara una serie de encuentros para evaluar sus respectivas fuerzas políticas en el país, y distribuirse el trabajo político y electoral.

Esa cuestionada actitud de los políticos de las distintas plataformas de la oposición, de no conversar entre ellos, es incomprensible por ser anti natura de la política y por supuesto que, despierta contrariedad entre los electores, quienes en buena medida han retirado su apoyo y confianza a muchos de ellos, cansados de esperar por años, que entre ellos se produjeran acuerdos y planes de acción serios y factibles; y todo lo contrario, han aumentado las desavenencias, por odios o facturas que cobrar, las cuales, en comparación con las necesidades del país, resultan ínfimas, pues ya habrá tiempo y oportunidades, para que ellos diriman sus diferencias en distintos procesos electorales, pero por ahora tienen que estar claros en que el objetivo común, debe ser la alternancia en la Presidencia de la República de las actuales autoridades, más cuando hay coincidencia entre todos que la ruta electoral es el único camino posible para lograr el gran objetivo común.

Es por eso tal vez, que, al no ser considerada una actividad política intensa, por los mismos políticos de toda la oposición, en el conflicto o crisis nacional, no se liman las discordias o desencuentros entre sus distintos sectores y, menos aún, se logran acercamientos sustanciales entre todos ellos y la ciudadanía, lo que trae como consecuencia que sigamos padeciendo la falta de libertades, beneficios, derechos o se afecte la misma convivencia respetuosa entre venezolanos, ya que la falta de una buena política, sigue produciendo fracturas sociales en nuestra convivencia.  La política cuando es practicada por seres humanos con condiciones y actitudes para ello, hace que, se desarrollen acciones de diálogo y entendimiento, como modo civilizado de gestionarlas y resolverlas, pues aquellas virtudes se suponen son inherentes a la condición humana, que no puede, ni debe estar todo el tiempo, sumergida en confrontaciones particulares.

 

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