Seis claves
1.– Evolución positiva. Un número récord entre los aliados de la OTAN está cumpliendo con el compromiso de invertir en defensa al menos el 2% de su producto interior bruto. Cuando los aliados de la OTAN fijaron este objetivo en la cumbre de Gales del 2014, solamente tres miembros –EEUU, Grecia y el Reino Unido– alcanzaban ese listón. A lo largo de 2024, más de 20 de los 32 miembros de la Alianza Atlántica lo cumplirán.
2.– Sostenibilidad. El objetivo del 2% del PIB para defensa “es un suelo, no un techo”, como ha dicho el anterior secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. Los cálculos para compensar ese déficit en el lado europeo de la Alianza Atlántica apuntan a una inversión del 2,5%, o incluso un 3%, prolongada en el tiempo.
3.– Personal. Después de la Guerra Fría, las plantillas militares europeas se convirtieron en “ejércitos bonsái”. EEUU mantiene en Europa alrededor de 100.000 tropas, reforzadas tras la invasión rusa de Ucrania. Todo ese despliegue, con independencia del próximo ocupante de la Casa Blanca, se reducirá. Entre graves dificultades de reclutamiento, algunos países europeos se plantean el servicio militar obligatorio. Pero el problema no es solamente el número de uniformados, sino también el desequilibrio entre tropas de combate y su “retaguardia”.
4.– Agujeros estratégicos. Para que Europa pueda defenderse con más autonomía y menos ayuda, debería cubrir algunos agujeros tan grandes como costosos de los que ahora se ocupa EEUU. Entre las principales dependencias destacan los llamados “habilitadores estratégicos” (defensa aérea y antimisiles integrada; artillería y misiles de precisión de largo alcance; aviones cisterna de reabastecimiento en vuelo; aviones de transporte tanto para tropas como para equipos pesados; aviones de vigilancia aerotransportada, drones sofisticados y satélites de inteligencia). Las Fuerzas Armadas europeas también tienen importantes carencias en municiones, evidenciadas en su incapacidad para suministrar a Ucrania proyectiles básicos de artillería. Los europeos arrastran una descoordinación notable en sus planes industriales en defensa y dependen excesivamente de proveedores de EEUU: un 63% de sus compras van a parar a empresas de fuera de la Unión Europea.
5.– Paraguas nuclear. Con diferencia, ésta es la cuestión más delicada de la dependencia militar de EEUU. La OTAN confía en el paraguas nuclear estadounidense como decisivo elemento disuasorio frente al gigantesco arsenal de Rusia. Solamente existen dos potencias europeas –Reino Unido y Francia– con fuerzas nucleares propias.
6.– España en el vagón de cola. España, cuarto país de la Unión Europea por población y tamaño económico, invertirá este año menos en defensa en proporción al PIB que cualquier otro de los 32 miembros de la alianza. De acuerdo con las previsiones de la OTAN, España destinará en 2024 su gasto en defensa el 1,28% de su PIB, un aumento sustantivo, pero no suficiente. La falta de acuerdo presupuestario para este año no favorece alcanzar el objetivo del 2% fijado para el 2029.
Profesor de Relaciones Internacionales y director de contenidos de Política Exterior.