“Una oscura conspiración y capital multinacional”
El presente análisis, es una versión abreviada del documento presentado al XII Congreso Latinoamericano de Sociología sobre “Estado y Clases Sociales en América Latina”, realizado en Quito del 21 al 25 de noviembre de 1977.
El tipo de Estado, surgido en los últimos años en Venezuela, se mantiene por pura fuerza. Un poder ilegítimo, que se derrumbaría, sólo, si no recurriera permanente y sistemáticamente la violencia, el fraude y la desinformación. La presente afirmación, es un efecto de la “ideología democrática”, es decir, de la conciencia de que debe gobernar la voluntad mayoritaria, confrontada a la constatación empírica de que gobierna una minoría sin mandato expreso. La conclusión tierna es que una minoría, sólo puede gobernar mediante el uso de la coacción física, mientras, la democracia es absuelta de este pecado. De hecho, las denominadas “fuerzas de seguridad” juegan un papel predominante en estos regímenes. Pero la efectividad de la coacción física, por sí sola, no explica satisfactoriamente el silencio de la población, es el “capitalismo monopolista de Estado” una oscura conspiración entre régimen y capital multinacional.
Nos interesa describir, por caminos bien heterodoxos, el proceso propiamente político y más específicamente, la dinámica del poder en Venezuela. Abordando el poder invisible del orden cotidiano pretendemos entender la “tranquilidad” de la sociedad, tenemos que destacar los elementos que contribuyen al desarrollo de una relación de poder, distinguiendo las dificultades que enfrenta la resistencia de los dominados. El régimen, no se afirma en la pura fuerza. Más allá de la violencia y del temor, tiene otros mecanismos, por los cuales se acepta determinada estructura de dominación. Que se ha mantenido, a través de ciertas mediaciones, con sectores de la oposición, que hacen la trasmutación del poder ilegítimo en orden.
Nuestro análisis, es bien descriptivo, estas mediaciones se concretan con quienes han decidido, participar en este proceso de elecciones para este seis (06) de Diciembre del 2020, que pretenden a groso modo, dar legitimidad a este proceso, y el consiguiente reconocimiento, de este orden. Para esta estrategia de las minorías, para imponer, el régimen político legislativo a elegir. Es el reconocimiento del poder estatal para asegurar su permanencia. Se basa en motivaciones y valores que permiten justificar el orden como bueno. Es la materialización de la doctrina de la legitimación.
La opresión y la usurpación, se legitiman, con base en mitos, que sacraliza la persona del jefe. Posteriormente se hace necesario legitimar, ya no sólo la persona imperial sino el orden político. En nuestro caso, ya la legitimidad, no se refiere a algún contenido normativo, sino a la forma del poder. Es lo que Max Weber tipificó como dominación legítima por legalidad, (la ilegalidad se disfraza de legalidad).
La legitimidad se basa, en la idea del pacto entre libres e iguales, lo que conocemos, como el “contrato social”, fundado en la construcción ideal del consenso, donde se práctica, el principio de mayoría. Cuyo principio, prevalece desde los tiempos de Rousseau, que obedece a un principio organizativo del Estado.
Esta estrategia de las minorías, disuelve el contrato social y los principios organizativos que crearon el Estado Venezolano, contenidos en el acta de independencia de 1.811.