En el capítulo anterior, en el número III de esta serie muy apretada, estuvimos analizando, no solo la campaña electoral de 1988, sino el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, y las jugadas sucias y traiciones que se ejecutaron en contra de su gestión, mediante lo que se conoció como ¨El Caracazo¨, así como los cobardes golpes de estado del 4/F, y el 27/F-92, que pusieron al país en una constante zozobra, y en la vorágine conspiradora de quienes luego fueron calificados como, La Rebelión de los Náufragos, recogidos en la maravillosa obra de la escritora venezolana, Mirta Rivero.
Unos militares ambiciosos de poder, de larga data conspiradora, los cuales contaron con padrinos de las altas jerarquías militares, y políticas, y también con la incompetencia de la inteligencia militar de entonces, que no actuó en correspondencia con la gravedad de la trama urdida durante años, conocida luego por boca de los propios militares traidores.
Articularon un discurso ¨redentor¨ para justificar la felonía, achacándole al sistema democrático todos los males de la República, y cargándole la mayor responsabilidad de los incumplimientos sociales, económicos y políticos, a quien entonces lideraba el país, el Presidente Carlos Andrés Pérez. Discurso y golpe que encontraron defensores abiertos, y encubiertos que sirvieron para continuar fraguando las complicidades necesarias, hasta dar con el enjuiciamiento, y posterior destitución del Presidente.
La historia recoge perfecta y claramente, el discurso de Caldera en el Congreso el 4F/92, en el que justificó con sus palabras el golpe asesino y cobarde que acababa de ocurrir. Una sesión para aprobar la suspensión de garantías, y en defensa de la democracia, se vio impactado por lo que a nuestro juicio, fue un acto de deslealtad contra la democracia, con el cálculo oportunista de quien pretendía la presidencia de la república a cualquier precio, y esa fue la oportunidad que encontró para comenzar a transitar su regreso, sin importar las consecuencias que para el sistema ello comportaba.
Lo cierto, es que a partir de esa fecha aciaga, comenzó la perpetración sistemática y continuada de la destrucción del gobierno de Pérez (II), y la continuación de la conspiración en su contra con una representación variopinta en la que participaban figuras de la intelectualidad más reconocida, y homenajeada por la democracia, junto a políticos y ex altos funcionarios de distintos gobiernos democráticos, y dirigentes de la izquierda desleal al sistema, quienes nunca renunciaron a la idea de tomar el poder por ¨asalto¨.
Todo tipo de jugadas políticas, y anti políticas; judiciales; de partidos, e independientes, quienes en sus resentimientos y odios del pasado, jamás se detuvieron a pensar en las consecuencias que ello podría propiciarle al sistema. Actuaron con el inmediatismo de sus intereses mezquinos.
Pues sí, lo lograron. La conspiración multifactorial alcanzó su cometido y puso en jaque al gobierno, creando una crisis que dio origen al enjuiciamiento y destitución del Presidente, lo cual, contó incluso con colaboración de quienes en su propio partido votaron por su expulsión, facilitando con ello toda la jauría que se desató en su contra.
Luego del enjuiciamiento y destitución del presidente, mediante la sentencia política (y no jurídica) llevada a cabo por quienes desde el poder judicial eran cómplices también de la trama, incluso por magistrados a quienes Pérez ayudó a encumbrar y que luego de haber votado en su contra, fueron a llorarle en su Despacho diciendo que habían sido presionados. Farsantes e hipócritas al servicio, no solo de la conspiración criminal, sino como se vio luego, al servicio también de la corrupción del régimen de Chávez y Maduro, pero de eso hablaremos en su momento. Continuaremos con el interinato del Dr. Ramón J. Velásquez.
@romanibarra